Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... buena que estaba "mi jefa" era lo único que me hacía sobrellevar aquella situación como podía.
En cuanto a mí, pues sí, creo que era comprensible que algunas mujeres huyesen despavoridas con sus maridos ante mi presencia. Hacía años que había descubierto cuántas puertas podía abrirte una bonita minifalda y un botón extra desabrochado en la blusa. Aparte de guapa, la naturaleza me había obsequiado un cuerpo que de momento solo yo misma había aprovechado. Mido un metro setenta y cinco y mi carita de ángel me permite llevar, si quiero, el pelo muy corto, aunque prefiero algo de melena, tengo dos rotundos pechos que, si aún hoy siguen en su sitio, en aquella época tenía que esconder de mí misma. Más de una vez solo con vérmelos en el espejo he tenido que hacerme una paja para calmarme. Mi trasero era grande para la época, aunque hoy en día creo que ya no llamaría tanto la atención, aun así, a mí me parecía lo mejor de mí, me gustaba acariciármelo cada noche antes de dormirme y más desde que descubrí que su agujerito podía darme tanto placer. Mi coño era como una magdalena y al vivir sola empecé a depilármelo del todo, mis pajas eran más reconfortantes sin el obstáculo del vello y pasaba horas cuidándomelo y arrancando hasta el más insignificante pelillo que me salía, llegué a tenerlo tan suave y sedoso que casi me gustaba más tocarlo por fuera que por dentro. Creo que no tenía ni un solo pantalón, eso sí, los pantys y las minifaldas se llevaban mi presupuesto para ropa y ...
... las miradas de toda la calle cuando me contoneaba por el pueblo. He visto balbucear a más de un hombre delante de mí al echar un vistazo a una minifalda escocesa que me ponía mucho, no solo era muy corta, además se abría lo suficiente para que se viese casi mi ingle.
Lo del presupuesto en pantys es literal, cogí el vicio de masturbarme con ellos puestos y claro, necesitaba darles un tijeretazo en la zona de la entrepierna. Acabé imponiéndome el límite de unos por semana. Solía reservarlos para el viernes por la noche.
Pero bueno, en aquel momento de mi vida estaba centrada en todo lo contrario, quería dejar atrás el sexo en solitario y conocer otra piel, que no fuese de nylon, pero: ¿qué sentido tenía soñar siquiera con que mi vecina del cuarto fuese a aceptar el honor de ser la primera?
Dos días y dos noches más pase viviendo como un fantasma en mi propia casa. Pasaba horas cada noche en mi puesto de vigía, junto a la ventana. Cayeron sus buenas pajas, pero más producto de mi calentura que de otra cosa. Que podía esperar, que una mujer sola en casa, con el cansancio de ocuparse de su pequeño todo el día, se pusiese algo sexy o se pasease desnuda por la cocina para mi disfrute. Era absurdo.
Así que, tras unos días, salí del anonimato. Al llegar a casa, a eso de las ocho, encendí todas las luces y disfruté de mi nuevo hogar. Me puse a preparar algo de cenar y enseguida vi que la cocina de Doña Gadea también se iluminaba. Había abierto mis cortinas y vi que ella se ...