Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... contrario, los orgasmos eran mejores cada vez, aunque yo me temía que cualquier noche acabásemos en urgencias. Nos volvimos adictas al sexo anal las dos. Gadea todavía amamantaba a su hijo y yo seguía aprovechándome de ello, me había acostumbrado a que Gadea le pusiese la leche a mi café. Su marido regresaba en unos días y finalmente tuvimos la conversación que las dos tanto temíamos.
Quedó claro que no íbamos a hacer una locura, Gadea no iba a romper su matrimonio para vivir conmigo, con un niño pequeño y todo ello en un pueblo donde todo el mundo se conoce, no era una opción, ninguna de las dos nos lo planteábamos siquiera. En lo que no estábamos de acuerdo era en que yo tenía que serle fiel, no es que tuviese ningún plan, es que me parecía injusto, pero ella se moría de celos solo de pensarlo. Yo en cambio tenía que aguantarme veinte largos días en que su marido se pasaría el día follándose a mi muñeca. Yo no podía ni dormir en mi habitación, dormía en el sofá del salón para no escucharlos. El día anterior a llegar su marido yo tenía un nudo en el estómago, me daba cuenta que la necesitaba más de lo que creía, no era ella la única que estaba muy sola en la vida, cuando imaginaba que podía hacer todos esos días sola, solo se me ocurría una cosa, esperar a que aquel hombre se fuese. No hicimos nada esa noche, bueno, cenamos y estuvimos hablando más de tres horas.
Por primera vez Gadea se interesó de verdad por lo que había sido mi vida, parecía que había dejado atrás ...
... su periodo altivo y arrogante y era capaz de escuchar. Yo le confesé muchas cosas para igualar el marcador y ella me habló también de su escasa relación con su familia, especialmente desde que se había casado. Siempre había sido el patito feo, nunca había sentido el cariño de sus padres, cariño que derrochaban con su hermana y racaneaban con ella. Ni siquiera sabía lo que sentía por la señora que limpiaba y cocinaba en casa, fue durante más de quince años su principal fuente de cariño y no sabía ni el tipo de atracción que sentía por ella. Me reconoció que yo había conseguido liberar la loba que ella llevaba dentro. Eso me gustó. Su educación ultracatólica había ahogado su lado más carnal y yo había sido la chispa que había hecho saltar por los aires la tapa de prejuicios que la ahogaba. Por eso tuvo tanto miedo en Navidad, cuando con el vértigo del regreso de su marido se había portado tan mal conmigo. Aquella noche nuestros besos fueron interminables y me fui a casa con lágrimas en los ojos.
Los primeros días sin Gadea fueron duros, el aburrimiento me llevó a acercarme por las tardes a la agencia y adelantar papeleos de cara al verano que se acercaba, pronto volvería a trabajar por las tardes, era final de abril. Los fines de semana me iba a la aldea y no volvía hasta el domingo por la tarde. En fin, fueron veinte largos días, en que apenas vi a Gadea, incluso evitaba la cocina y me pasaba casi todo el tiempo en el salón. Los últimos días no pude evitar oírlos discutir ...