Jefa bien cabrona con sorpresa morena
Fecha: 14/09/2024,
Categorías:
Transexuales
Autor: follandoletras, Fuente: CuentoRelatos
Esta vez no sabía no qué cojones había pasado. Llevaba una semana en mi nuevo curro, y ya había visitado el despacho de mi jefa tres veces por quejas de supervisores. Me gustaba poder ver sus vestidos ceñidos, que cambiaba a diario, pero que siempre compartían el mismo escote infinito de unas tetas enormes en las que me pasaba pensando gran parte del día. Siempre apretadas, sobresaliendo como un pastel de dominio público al que comerse de golpe. Lo que daría por posar mi mano sobre ellas, tan solo aunque fuera la parte que quedaba a la vista. Despacito, apoyando mi mano con cariño, acariciándolas por toda la superficie y besándolas con pasión. Me ponía muy cachondo su actitud autoritaria, aunque necesitaba mantener este puto trabajo como fuese, y ella lo sabía.
- Mira quién viene, ¿qué has hecho ahora, idiota?
- Creo que nada malo, señora. Julián me dijo que quería verme, pero todo está controlado ahí abajo.
- ¿De verdad?
Sacó unos papeles del archivador, les echó un vistazo, y se acercó despacio mirándome fijamente. Me volvía loco el olor de su perfume, a cada paso más intenso. Era como una invitación inmediata a pensar en follármela. Yo mantenía mi mirada abajo, más por evitar quedarme hipnotizado con sus pechos que por sumisión.
- ¿Usted sabe contar o ha terminado el colegio incluso antes de lo que aparenta?
Vestía unas medias oscuras que marcaban unas piernas fuertes pero atractivas, que llegaban hasta su minifalda cubriendo unos muslos poderosos. En ...
... ocasiones la veíamos salir de la oficina con ropa de gimnasio y una mochila, y estaba claro que tenía algún tipo de obsesión con su físico, al que cuidaba de manera compulsiva.
- ¿Puede levantar la mirada, gilipollas? ¿Sabe qué mierda es esta?
Aproveché el movimiento de cabeza hacia su mano para disfrutar un par de segundos de la visión de sus dos tetas perfectas a treinta centímetros de mi cara. Eran perfectamente redondas, con un moreno natural y un aspecto suave y mullido. Ojalá mi lengua fuese invisible y pudiera tocarlas. Notaba cómo incluso en esa situación mi cabeza no podía dejar de pensar en ellas una y otra vez.
- Es uno de nuestros paquetes básicos de almacenaje de stock, señora. El azul, el de 150 unida… no, de 200 unidades.
Solo pensaba en abalanzarme y engancharme a uno de sus duros pezones con mi lengua por tiempo ilimitado.
- Muy bien, ha estado muy cerca, zoquete. Son 250 malditas unidades. ¿Cómo es posible que en su hoja de mediodía haya conteos con más de 300 unidades? ¿Sabe usted matemáticas básicas? ¿Sabe al menos usar una puta calculadora?
- Quizás me haya confundido con el paquete verde señora…
- ¿El verde? ¿¿El verde?? ¡Ese es el de 50, gilipollas!
Tiró la caja contra la pared con una rabia descontrolada, provocando un balanceo hipnótico de sus tetas. Ni me di ni cuenta de donde cayó. Al girarse, me ofreció también una perspectiva directa de su culo, acentuado por una apretada minifalda de cuero negro. Dos montañas más duras ...