La vida es un carrusel (capítulo dieciséis)
Fecha: 19/09/2024,
Categorías:
Gays
Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos
Salí huyendo de casa del hermano de Coque, tratando de poner distancia entre ellos. Yo deseaba que Coque hubiera salido detrás de mí, alcanzándome y convenciéndome regresar pero no logró hacerlo o no habrá salido. No lo supe porque salí como una bala y girando a diestra y siniestra para que no me viera. No me importaba caminar más o alejarme de la parada de guagua. Me daba lo mismo. Al doblar una esquina, di de narices con una guagua que paraba en la parada y me metí sin pensarlo dos veces y sin siquiera saber adónde iba la misma.
Me bajé en La Habana Vieja y por casualidad vi que me había bajado casi en la puerta de aquella casa donde había estado con Ramiro cierta vez y se me ocurrió que podía meterme allí. Claro que no era tan ingenuo como para tratar de ir a tocar a la puerta, busqué un teléfono público y llamé a Ramiro, le conté un poco de algo y le dije que estaba allí, en los bajos de aquella casa y que me gustaría entrar de nuevo. Me contestó que le diera unos minutos y que lo volviera a llamar. Me di un paseo, compré un helado y regresé para llamar.
- ¡Oye, esto me lo tendrás que agradecer! - me dijo con sorna.
- Ya sabes que soy muy agradecido. - le respondí.
- ¡Mira, quédate ahí al lado del teléfono! Llamo ahora de nuevo y alguien irá a buscarte. Ya les hablé de ti, así que entras con buena recomendación…, ah, no me des las gracias y agradécemelo ya sabes cómo.
- ¡Bien, papo, te llamo!
- ¡Bueno, nene, ya cuelgo y llamo! ¡Qué te den por donde te ...
... gusta! - fue la despedida que me dio.
No esperé mucho tiempo, vino un hombre mayor, calvo y bigotón que me preguntó si yo era el amiguito de Ramiro, me llamó la atención que habló sin que se cayera el cigarrillo de los labios. Subimos las escaleras sin que mediara palabra entre nosotros, en la entrada estaba el dueño, lo recuerdo por lo amanerado que era. Vino y me dio un beso, le dio las gracias al que me trajo y apartando la cortina entramos en la sala.
- ¡Oye, maricón, que te habías perdido! Pero lo mejor es que ya conoces el camino, ya te daré mi teléfono para que estés en comunicación directa conmigo. - yo sonreí acertando. - Eso sí, me gustaría tener alguna manera de localizarte porque ya sabes, esto aquí a veces es por rachas.
Yo miraba alrededor, había gente, algunos se besaban y manoseaban, otros conversaban simplemente.
- ¡Mira, éste es Andreas, un italiano que parla un poco de espangolo! -dijo con gracia y nos dejó. - Bueno, ya sabes…
Andreas era un tipo alto, bastante fuerte aunque tenía su panza, llevaba un bigote que ya blanqueaba de las canas.
- ¡Ciao, chico…! Mucho gusto…
- ¡Hola! - le sonreí yo, al menos era simpático de físico.
- ¡Io cerca compañía! ¡Tú eres molto simpático! Me place… - me dijo mientras pasaba su mano por mi nuca.
- Pues aquí estoy para hacerte la compañía que quieras. - le respondí coqueto.
- ¿Ma podemos andiare in privato? - me susurró al oído.
Se levantó y con su mano sobre mi hombro nos dirigimos hacia las ...