1. La vida es un carrusel (capítulo dieciséis)


    Fecha: 19/09/2024, Categorías: Gays Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos

    ... habitaciones. Él ya sabía cuál era porque ni le dijo nada la dueño que la pasar nos sonrió. En la habitación al cerrar la puerta se abalanzó a mí para besarme mientras agarraba mis nalgas. Me gustaba la manera en que lo hacía, no era brusco y sí muy pasional. Tenía un aliento suave y un buen olor.
    
    - ¡Caro, amigo! - me dijo sosteniéndome en sus brazos.- Io tengo un problema, il mio cazzo è troppo grande..., grande pinga..., ¿comprendes?
    
    Yo miré como se le marcaba y de verdad que era grande, aunque no como para asustarse con aquello. Fui bajando hasta arrodillarme y quedar con mi cara a la altura de su paquete. Lo besé y le dije.
    
    - ¡A mí me gusta bien grande!
    
    Él sin quitarme la vista de los ojos empezó a desabrochar los botones del pantalón, el cinto y por último sacó su pinga para blandirla delante de mí. Efectivamente, era grande y gorda, de cabeza pequeña pero hermosa y estaba tan tiesa que parecía que iba a explotar. Me encargué de lamerla, de besarla, de tratar de mamarla aunque con bastante trabajo porque no entraba toda en la boca. Andreas gozaba, decía cosas en su lengua y trataba de meter la pinga en mi boca.
    
    Al rato se separó para despojarse de las ropas, yo hice lo mismo y sabiendo lo que podría gustarle, me giré apoyando las manos en la pared para que él pudiera ver mis nalgas. Su reacción fue la que yo esperaba, se lanzó a mis nalgas a lamerlas y besarlas, abriendo con su manos mis nalgas empezó a lamer mi culo. Después sentí el frío lubricante y ...
    ... como empezaba a meter su pinga. Creo que si no hubiera tenido aquel tiempo con el negro de Coque, pues me hubiera dolido algo. Pero eso sí, se sentía. Cuando la tuvo dentro y empezó a singarme no dejaba de decir: “mío amore, mío amore”.
    
    Fue una singada larga, muy pasional, estuvimos de pie bastante rato, después me llevó a la cama pero sin sacar su pinga de mi culo. Allí boca abajo me singó a su antojo, besándome sin parar, acariciándome. Fue una singada como si hubiéramos sido amantes. Después nos tumbamos de costado, él levantando una de mis piernas para seguir singando. Cuando se vino y sacó su pinga, comprobamos que se había roto el preservativo.
    
    - ¡Oh, mi scusi!
    
    Se veía que estaba algo apenado, yo lo besé y le dije que era un accidente. Fue a lavarse, yo a evacuar el semen y lavarme, volvimos a la cama para abrazarnos. Lo besé, me gustaba su boca, la manera que besaba.
    
    - ¡Oh, caldo cubano! ¡Caliente!
    
    Repetía mientras acariciaba mi espalda, mis nalgas. Su pinga no había perdido del todo la dureza por lo que al rato ya estaba bien dura de nuevo. Yo me senté sobre él, escupí mi mano y me preparé el culo para sentarme en su pinga, esta vez sin condón ya que con el anterior, toda precaución había quedado en la nada. Andreas no cabía en su asombro cuando me senté sobre su pinga y me la fui metiendo lentamente mientras lo miraba. Cuando llegué a sentir que estaba bien clavado, me encorvé y lo besé.
    
    - ¡Mi amor, mi amor!
    
    Él solo exclamaba aquello mientras yo era ...
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