Vecina dominante
Fecha: 20/09/2024,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sabía cómo hacerlo, pero ella dirigía y dominaba en todos los sentidos. Cada vez más aceleró sus movimientos y con eso comenzó a menear mi trasero al mismo tiempo y ritmo. El dolor era insoportable, pues los golpes eran muy rápidos y fuertes, fueron muchas y muchos hasta que escuché un grito ahogado, me asombré en ese momento, nunca había experimentado algo así, pero Cristina en ese momento llegó al orgasmo. En ese momento creo que fue a buscar fuerza a otro mundo, porque la fuerza de los chancletazos era algo más allá de lo que ya había recibido esa tarde.
Ella se alejaba, sacando mi rostro de entre sus piernas y se acercaba a la cama, aún con todo su cuerpo temblando, se enderezaba y estiraba a mi lado.
Permaneció allí durante unos cinco minutos, sin decir palabra, escuchando sólo su respiración, fuerte y acelerada.
Cristina miró hacia arriba y sonrió, como complacida por la situación. Se levantó y vino a desatarme los tobillos, que aún estaban pegados a la cama.
Tan pronto como me soltó, me levanté de la cama y ella volvió a su posición normal. En ese momento, la posibilidad de salir lo antes posible de esa habitación pasó, pero me tomó del brazo y ella dijo:
- ¡Toma mis chancletas del piso y ponlas en mis pies!
Le pregunté a Cris, tomé sus chanclas y se las puse en los pies, que estaban apoyados en esa cama, y me preguntó:
- Te gustan, ¿verdad? ¡Así que súbete aquí a la cama!
Me subí a la cama y ella me guiaba de modo que estaba arrodillado con ...
... las piernas abiertas sobre su cuerpo y la cara sobre sus pies. Ella ordenó:
- ¡¡¡Lámelos ahora, que sea muy sabroso!!!
Empecé a lamerle los pies y las chancletas al mismo tiempo, me llevó a una gran excitación, lo que me hizo olvidar la sensación de ardor que tenía en el culo. Al ver esto, Cristina tiró de mi polla hacia atrás entre mis piernas y comenzó a masturbarme muy lentamente. No podía soportar esa situación, estaba tan emocionado que tuve que contenerme para no correrme justo al principio.
Cristina se estaba dando cuenta, sabía que no duraría mucho, así que me pidió que le quitara una de sus hawaianas y se la diera. Tan pronto como se la di, ella comenzó a golpearme el trasero, siempre moderando los golpes, porque me dolían mucho los cinturonazos. Al mismo tiempo que me golpeaba, me acariciaba y me masturbaba.
No pude más y ella se dio cuenta, quitó su mano de mi polla y comenzó a frotar su chancleta sobre ella, lo que automáticamente me hizo llegar a un maravilloso orgasmo, no podía ni arrodillarme, mi cuerpo temblaba tanto que caí sobre sus piernas, totalmente entregado.
Tardé unos minutos en recomponerme, y Cristina se quedó ahí acariciando mi trasero, todo marcado por los golpes.
Me levanté avergonzado porque nunca había estado con una mujer hasta ese día, pero ella me dio tranquilidad porque cuando la miré a los ojos vi mucha felicidad. Sonriendo ella dijo:
- ¡Ya puedes irte, espero que hayas aprendido la lección, que para lamer mis Hawaianas ...