1. Mi odiosa madrastra, capítulo 6


    Fecha: 21/09/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... endeble.
    
    Por otra parte, tampoco éramos amigos. Y aunque la noche anterior me había dado aquel cálido abrazo, y me había contado parte de sus motivaciones, así como la anécdota de Juan, el hombre de seguridad del edificio, estábamos muy lejos de ser amigos. Y de hecho, si bien por un momento me había enternecido —sobre todo cuando, después de que me abrazara, había descubierto que había largado unas lágrimas—, tampoco era que iba a dejar de caerme mal por haber compartido un momento como ese. Las cosas no eran tan fáciles conmigo.
    
    Desde ya que no éramos ni novios, ni amantes, ni nunca lo seríamos. El hecho de que mi verga reaccionara cuando la veía desnuda, o cuando, por un motivo o por otro, me frotaba con su cuerpo exuberante, no significaba nada. Sólo era una reacción natural del cuerpo.
    
    Así y todo, ahí estábamos los dos, conviviendo. Durmiendo a apenas unos metros el uno del otro. Cenábamos juntos, y hasta compartíamos otro tipo de actividades. Y la pandemia no nos dejaría separar por un buen tiempo.
    
    Nunca hubiese imaginado que, a mis diecinueve años, así estarían las cosas. No por primera vez, extrañé mucho a Érica, mi exnovia. Pero tampoco por primera vez, admití para mí mismo que no se trataba de amor lo que me hacía añorarla. Era la estabilidad que tenía con ella. La seguridad que me daba tener una relación normal. Érica era mi novia. Con respecto a eso, no había muchas vueltas que dar. Nuestra relación estaba perfectamente definida, y los límites ...
    ... claramente marcados. Pero con Nadia todo era demasiado confuso.
    
    Así que, a pesar de que ese extraño, imprevisto, tierno, y algo incómodo abrazo, parecía ser el preludio de una relación mejor entre ambos, había cierto temor en mi interior. Así que ese día hice todo lo posible por esquivarla. Estuve mucho tiempo en mi cuarto, y cuando ya no toleraba más el encierro, salía al balcón a leer. Nadia parecía entender mi distanciamiento. Era como si el día anterior hubiéramos estado tan cerca, que ahora precisaba aislarme un momento, para no sofocarme.
    
    Pero todo eso fue en vano, porque si bien había logrado hacer de cuenta que me encontraba solo en el departamento durante la mayor parte del día, las últimas horas sucedieron cosas que tiraron por la borda todo ese esfuerzo.
    
    Todo comenzó cuando la vi saliendo de su habitación.
    
    — ¿A dónde vas? —le pregunté, extrañado al ver su apariencia.
    
    Era el quinto día del aislamiento social obligatorio y preventivo, y esa misma tarde, en los noticieros, habían confirmado lo que yo ya temía: la medida se extendería hasta el treinta y uno de marzo. Lo peor no era la extensión en sí misma, ya que, al fin y al cabo, sólo eran unos cuantos días más de lo que estaba previsto. Lo malo era que todos dudaban de que esa fecha realmente fuera la definitiva. Respecto al maldito virus, era mucho más lo que no se sabía de él que lo que se sabía, así que lo más probable era que antes de cumplir con el nuevo plazo, nos enteraríamos de que la fecha se ...
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