1. Sin mirar (relato de mi primera experiencia lésbica)


    Fecha: 26/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: FatimaMedina, Fuente: CuentoRelatos

    ... volví a tocar, ya no estaba blando, y estaba bien claro qué era.
    
    “¿Te toqué un pezón?”, le pregunté, sorprendida.
    
    “¡Exacto!”, me dijo toda contenta.
    
    Empecé a sentirme un poco confundida. No sabía si había hecho eso nomás de jodona, si para ella era algo re normal tocarle una teta a otra mujer, o si tenía alguna otra intención. Me puse un poco en alerta, pero no quise demostrárselo. La verdad era que la estaba pasando bien, me gustaba esa amistad íntima con Anto, y la curiosidad por saber qué venía después era mucha como para interrumpir ese momento.
    
    Sin destaparme los ojos le pregunté si se había sacado la ropa, y me dijo que iba a tener que averiguarlo. Sí, me estaba invitando a tocarla. La sensación de curiosidad se había transformado en una excitación muy rara y muy nueva.
    
    Extendí mis brazos para tocarla pero ella se apartó. “Con las manos no. Quiero que aprendas a descubrirme como yo descubro a mis clientes”.
    
    “Bueno, no sé, ¿qué hago?”, le pregunté.
    
    “Vas a verme usando tu cara. Tu boca, tu lengua, tus mejillas, tu nariz, tus orejas”.
    
    Iniciamos un juego en el que ella acercaba a mi cara distintas partes de su cuerpo, y yo debía detectar qué era cada una, usando todos mis sentidos menos la vista. Me explicó que ella aprendía a conocer a sus clientes a través de las sensaciones que le transmitían. Aromas, sabores, texturas, sonidos, todo eso se combinaba en su mente para formar una imagen que era mucho más completa que la que hubiera podido ...
    ... percibir con los ojos.
    
    El juego terminó cuando lo que acercó a mi cara fue su boca, y se encontró con la mía. El hecho de no poder verla me ayudó a no pensar que estaba besando a una mujer. Simplemente me dediqué a sentir ese beso, a percibir las muchas diferencias con todos los besos que había dado hasta ese momento.
    
    Me aparté y la desafié a que ella me descubriera. Me quité la venda de los ojos, me desnudé y empecé a ponerla a prueba, como ella lo había hecho conmigo.
    
    Descubrí cómo su ceguera intensificaba sus otros sentidos en el momento en que con su lengua estimuló mis labios vaginales con una delicadeza y una precisión que hasta ese momento no creí que fueran posibles. Me había quitado la venda para ver cómo su boca se impregnaba con la humedad de mi entrepierna. La estaba tomando de la cabeza para que su lengua se metiera más adentro de mí, cuando ella se detuvo, se echó hacia atrás y me dijo “vamos a la cama”.
    
    Así lo hicimos. Nos acostamos y nos abrazamos. Sus manos recorrían mi cuerpo como si me mirara con los dedos. Nunca había sentido caricias como esas. Probablemente ninguna persona que no sea ciega pueda acariciar así.
    
    Entre gemidos y susurros le dije que lamentaba no haber llevado mi consolador. Entonces ella sonrió y me dijo que buscara en una caja que tenía debajo de la cama. Revisé la caja, que era como un sex-shop en miniatura. Había consoladores de todos los tamaños y formas. Saqué uno que me impresionó por su curvatura. Anto lo llamaba “el ...
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