1. Sin mirar (relato de mi primera experiencia lésbica)


    Fecha: 26/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: FatimaMedina, Fuente: CuentoRelatos

    ... un movimiento ondulante y sus gritos se intensificaron. La recorrí íntegramente con mis labios y mi lengua. Abrí sus piernas para poder colocar mi cabeza entre ellas y así lamer la cara interior de sus muslos, a la vez que empujaba el consolador hasta el fondo.
    
    Las dos gemimos, gritamos, nos tocamos desaforadamente. De pronto sentí que ella cambiaba de posición. Sentí que se colocaba debajo de mí, que agarraba mis piernas y las ubicaba a ambos lados de su cabeza. Quedamos en un 69 perfecto. Empezó a lamerme y a meterme su lengua, haciendo pausas para gritar y gemir. Yo hice lo mismo, mientras intensificábamos nuestros movimientos y gritos, hasta que acabamos las dos al mismo tiempo.
    
    Me desplomé sobre ella, con mi cabeza apoyada en su pubis, y el mío apoyado en su cara. Me quedé un rato largo jadeando y recuperando la respiración. Tener dos orgasmos seguidos y tan intensos, era algo que no me pasaba todos los días.
    
    Cuando logré reunir las fuerzas para incorporarme, me senté en la cama y me quité la venda de los ojos. Anto se sentó a mi lado. Sentí ganas de llorar, aunque no sabía por qué. Anto se dio cuenta, me abrazó y me besó en el hombro.
    
    “Vení, ayudame a preparar el mate”, me dijo para relajar la situación.
    
    Nos vestimos y nos pusimos a tomar mate y charlar hasta que oscureció. Me hubiese gustado quedarme con ella hasta el día siguiente, pero necesitaba estar sola para pensar.
    
    Me despedí acariciándole la mejilla y besándola dulcemente en los ...
    ... labios.
    
    El sexo con Anto no me convirtió en lesbiana, pero sí me hizo más exigente y dejó la vara muy alta para todas las relaciones sexuales que tuve después. Pocas veces volví a sentir sensaciones como las de ese día. Pero esas sensaciones me quedaron grabadas a fuego en el alma, y me basta con recordarlas para encender mis deseos cada vez que busco excitarme.
    
    Esa noche volví a mi casa sin saber quién era yo realmente. Estuve horas mirándome en el espejo, preguntándome si habría más cosas de mí misma que todavía no había descubierto.
    
    Quizás se pregunten si soy lesbiana, si soy bisexual, no binaria, o qué. Yo también me lo pregunté a partir de ese día. Y la mejor respuesta que me di fue decidir no ponerme etiquetas. Ni para definir mi sexualidad ni para definir ningún otro aspecto de mí.
    
    Porque ponerse etiquetas es limitarse. Podría decir “soy escritora”, “soy fotógrafa” o “soy madre”, pero estaría limitándome a ser esa única cosa.
    
    ¿Si me gustan las mujeres? No, en general no. Sentí atracción por una única mujer. Antonella. A ella le ponen siempre dos etiquetas bien grandes: ciega y puta. Pero no conocí a nadie que pudiera ver la realidad con tanta claridad como ella la ve. Y que pudiera amar con tanta calidez, a pesar de que, por su profesión, necesita que su corazón se mantenga frío e insensible.
    
    Si querer a una mujer me convierte en lesbiana, en bisexual, en no binaria o en alguna otra cosa, realmente me da lo mismo. Pónganme la etiqueta que quieran.
    
    Pero yo ...