Apuestas arriesgadas
Fecha: 29/09/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Cualquiera se sentiría camino del Paraíso si se encontrase enfrascado en la profusa tarea de abrirse paso entre los pliegues húmedos y mullidos de su flor, mecido por los suaves jadeos entrecortados y gemidos deliciosos que revoloteaban desde sus labios entreabiertos, acunado por las caricias de la franjita de vello púbico recortado.
La situación era idílica: los dos tumbados en la cama, ella con sus muslos abiertos, repantigada; una camiseta vieja grisácea como única prenda, en cuya tela se perfilaban con claridad las coronas puntiagudas de sus pechitos.
Mis manos los acariciaban, rodeándolos con las yemas de los dedos con la pericia de un soldado experimentado, concentrado en darle tanto placer como pudiera.
La preparaba, deseando verla lo antes posible a cuatro patas, con su culito respingón estrellándose contra mí, apreciando su cabellera ondulada y trigueña saltando alegremente por los hombros y espalda. Sin embargo, la opción de permitir que se subiera y me cabalgara como si se tratase de una indómita amazona sedienta de sexo no era tampoco una idea que me chirriase.
Tan excitado me encontraba, que incluso me restregaba un poco sobre la cama, notando la dureza de la lanza que pronto apuntaría hacia la gruta de su deseo.
-Nena, ¿qué te apetece para comer? - escuché repentinamente tras mi espalda, una voz grave que dejaba arrastrar levemente las sílabas, como si le costase esfuerzo pronunciarlas con rapidez.
- ¡Papá! -exclamó sorprendida Cris, dando un ...
... brinco para enderezarse y tirando con fuerza de la camisa para tapar la visión de su sexo desnudo, mientras yo conseguía tumbarme al lado de ella y cruzaba las piernas, visiblemente acalorado y con los ojos a punto de salírseme de las órbitas, buscando alguna salida para aquella situación tan horrible e incómoda.
-Ah, lo siento, estabais…, bueno, luego me dices-respondió mi suegro, sin un ápice furibundo en su voz. Juraría incluso que casi vislumbré en la mirada de sus ojos grises un brillo cómplice y divertido, como si no le importara lo más mínimo que su hija estuviera liándose con su novio en la propia cama de matrimonio de su cuarto.
-Me dijiste que tu padre no iba a estar en casa-le reproché a Cris, saliendo de la cama y buscando mi ropa como si fuera a desvanecerse súbitamente.
-Sí, eso me dijo él, que iba a irse al cine esta tarde, ¡yo qué sé! -protestó Cris, colocándose las braguitas rosas y los vaqueros.
-No parecía muy enfadado, ¿no? - añadí, como hablando para mí mismo, pero Cris me escuchó perfectamente.
-Tranquilo, si no ves ahora a mi padre con la escopeta es que no está enfadado-respondió ella con naturalidad.
-¿Có…,mo?- tartamudeé, clavando mis ojos espantados en la madera caoba de la puerta y deseando que fuera metálica y maciza, o igual su padre era también capaz de derribarla de una patada buscándome con el arma cargada y los ojos inyectados en sangre.
Una palmada en el culo y su risa risueña me despejaron la mente.
-Anda, bobo, que ...