Apuestas arriesgadas
Fecha: 29/09/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Cris, sonriendo y lanzándome una mirada incrédula mientras sostenía entre sus dedos la taza de té que se había pedido.
-Como lo oyes, yo creo que tu padre, o sea, no sé si me estaba vacilando o qué se proponía, pero…-callé repentinamente, al ver que Cris casi se atragantaba de la risa al tomar un trago.
- ¿Mi padre te preguntó que te parecía mi…conejito? -reformuló Cris, en voz baja y acercando su rostro sin perder la sonrisa.
-Sí, sí y es algo que no…-di un respingo al sentir una presión incómoda en una zona altamente sensible e importante para los varones.
-Oye, Cris, ¿qué estás haciendo con el pie? -le pregunté, lanzando un rápido y nervioso vistazo al resto de personas que rondaban por el bar, reunidas en torno a mesas y charlando animadamente entre ellas. Por suerte, nos habíamos sentado en una mesa que contaba con un sillón que ocultaba los bajos fondos, pero cualquier camarero avispado o cliente que se encontrase de pie nos podría pescar en plena faena.
-Esta mañana me dejaste a medias, y ahora me dices eso de mi conejito, te portas muy mal conmigo, Carlitos-comentó Cris, ladeando la cabeza y con un brillo pícaro reflejado en el profundo zafiro de sus ojos.
Los rasgos suaves de su rostro almendrado, la suave curvilínea de los labios rojos y carnosos, sugerentes y anhelantes, y el leve mohín que se dibujaba en su mentón cuando fruncía sus delicadas cejas eran dignos de haber sido inmortalizadas en alguna estatua.
-Y, dime, ¿qué te parece mi ...
... conejito? - me preguntó, en voz baja, arrastrando las sílabas, mientras su imperioso pie no paraba de refregarse contra mi paquete.
-Que me va a parecer, que es…, no sé-las palabras se me enredaban en la garganta, sintiéndome cada vez más incómodo y nervioso, pero, a la vez, notaba la excitación haciendo mella en mi cuerpo.
-Delicioso-acerté a decir, soltándolo de golpe.
- ¿Y por qué no le dijiste eso a mi padre?
Su pregunta me dejo a cuadros, y no sabía si estaba tomándome el pelo o me lo había dicho en serio. El semblante serio y solemne de su rostro me recordaba vagamente al aire marcial que envolvía a su padre, y por un instante, me estremecí.
- ¿Cómo le voy a decir eso a tu padre, a mi suegro, Cris?
-Sabes que valoro mucho la honestidad, la franqueza y la confianza, y a mi padre le pasa lo mismo-me explicó, sin dejar de magrearme el paquete.
-Pero, ¿por qué me preguntó eso?, ¿qué sentido tuvo su pregunta? -le inquiría saber, sintiéndome tan torpe como un pato mareado. Y encima aquel diabólico pie no abandonaba la entrepierna, y me estaba empezando a sentir acalorado de la excitación. Deseé haberme pedido un café helado, aunque estaba seguro que no habría tenido efecto alguno.
Mi mente no paraba de elucubrar y plantear escenarios, a cada cual, más irreal y fantástico, y solo Cris podía solucionar aquel embrollo, pero ella parecía distante en sus pensamientos, con sus ojos desviados hacia el suelo.
-A mi padre le has gustado, y bastante. Le caes ...