1. Apuestas arriesgadas


    Fecha: 29/09/2024, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... simpático y te tiene en gran estima-me explicó, mirándome con seriedad.
    
    - ¿Y eso que tiene que ver con…?
    
    -No seas impaciente, Carlos-me dijo, acallándome con un dedo sobre mis labios.
    
    - ¡Vero, la cuenta, por favor! -exclamó, alzando la mano y sonriendo a la joven camarera que se acercó hasta nosotros. Su maniobra me pilló desprevenido, e intenté zafarme del pie que aprisionaba mi paquete, pero fue en vano y, peor aún, Vero nos pilló claramente, ya que abrió los ojos sorprendida, y se ruborizó levemente.
    
    -Vero, ¿nos podrías dejar subir al saloncito privado de arriba? -le preguntó con amabilidad Cris, a lo que la pelirroja muchacha regordeta asintió, recogiendo el billete que le tendía Cris-quédate con el cambio.
    
    En un visto y no visto, subimos las escaleras, yo detrás de Cris pendiente de la sugerente cadencia de sus caderas ceñidas por el pantalón vaquero, y tras empujar con suavidad la puerta que se encontraba antes de entrar a la segunda planta, noté como su mano me guiaba por la oscuridad que nos envolvía tras cerrar la puerta hasta que me detuvo.
    
    -Cris, ¿cómo…? -le pregunté, pero me acalló con un súbito beso, ardiente y deseoso, que me embriago y obnubilo.
    
    -Vero y yo somos amigas desde hace mucho tiempo y me debe un par de favores, ya sabes que le salvé al chucho que tiene gracias a que estudio Veterinaria-me explicaba, mientras hurgaba y porfiaba con los pantalones con una mano.
    
    -Pero, Cris, ¿y si alguien nos…?
    
    -Nadie va a subir aquí y sí sube, ...
    ... me van a ver en pelotilla picada jugando con la flauta de mi chico-me susurró al oído, apretando con una mano mi miembro viril. Sin necesidad, o tal vez para enardecerme, se apretó zalamera contra mí, y pude notar con claridad las aristas de sus pechos.
    
    Para despejarme cualquier duda, condujo una de mis manos hasta sus caderas, permitiendo que engarfiara sus redondeces expuestas a mi antojo. Como había conseguido desnudarse sin que me diera cuenta es algo que solamente podía atribuir a una explicación mágica.
    
    Enseguida sentía la húmeda presencia de la punta roma y salvaje de la lengua de Cris rodeando libidinosa la punta de mi erección, y no pude reprimir un suspiro placentero cuando sus labios tendieron a engullir glotones la lanza cálida que se aprestaba a empalarla.
    
    Gracias a la oscuridad, y a la concentración que mantenía para captarla, percibí el ligero chapoteo alegre de sus dedos en la flor de su sexo, al mismo tiempo que sus jadeos entrecortados irradiaban su calor en el tronco viril.
    
    Sonreí, retrotrayéndome al pasado, a la primera vez que me proporcionó el delicioso espectáculo de sus tocamientos íntimos, a cómo sus mejillas cobraban color cuando ella entreabrió sus muslos y deslizó sus dedos con la gracia de un músico sobre las cuerdas del violín, y cómo sus maniobras táctiles parecían torpes hasta que sus ojitos zafiros encontraron el rostro sonriente e inmortalizado de la fotografía de su padre, incapaz de sostener la vergüenza de verme allí plantado, ...
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