La búsqueda de Rafael
Fecha: 01/10/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Pedro Viejo, Fuente: CuentoRelatos
... lo que va pasando con mi actividad sexual u obsesión, seguro, porque para eso se viene a este sitio.
Pues bien, empiezo:
Mi hijo y yo nos vemos diariamente, claro, comemos juntos, nos repartimos las tareas de la casa si hace falta, ya que viene una señora un par de veces a la semana, deja preparadas algunas cosas para comer, y otras las hago yo. Intento aprovechar el tiempo disponible, y tengo ocasión de repartir mi ocio y mi trabajo sin conflictos. Hasta aquí todo va o iba discurriendo con serenidad, sin grandes altibajos en mi bienestar. Me sentía bendecido por los dioses del hogar y la vida social.
Hasta que llegó el momento. Mi hijo se parece a mí a su edad, el tipo de cuerpo es parecido, hay gestos heredados… Lo normal, se dirán ustedes. Sí, así es. Lo que no es normal es que yo, al verlo, al ir hablando con él o simplemente verlo moverse por casa, o salir con los amigos, o ir a acostarse, me fijaba más detalladamente en él, pues era como yo mismo vuelto a mi juventud visto desde la distancia de mi edad. Un detalle fue el que marcó la diferencia en mi mirada sobre él. Cuando iba o venía acabé fijándome en su paquete, que destacaba en los pantalones. Yo más bien siempre he sido modesto en esos asuntos, pero por cuestión de modas o lo que fuera a mi hijo se le notaba bien claro el paquete de sus testículos y pene, o huevos y verga, si lo prefieren.
Este interés, que podría haber sido pasajero y carente de significado, sin embargo fue creciendo con los días, ...
... pues no podía dejar de mirar su entrepierna, e imaginarme como sería sin ropa. Desde pequeño no le había vuelto a ver sus cosillas, pues una vez alcanzó cierta edad él ya se duchaba solo y yo no me inmiscuía. La ropa se la compraba él, yo le daba el dinero para la general, y si se trataba de algo especial, pues lo sacaba de su asignación; si bien había comprado junto con él alguna ropa exterior e interior, no me había llamado la atención.
Sin embargo, ahora… ahora sí que no podía pensar en otra cosa que en su verga. La mía se ponía húmeda con esos pensamientos, sin intención mía, no se ponía erecta del todo, pero sí de manera que se notaba, lo cual me obligaba a cambiar de posturas, generalmente buscando la incomodidad, para que se me desinflara la hinchazón, intentando que no se me notara nada; mas los ojos no tenían otro sitio donde mirar, donde acabar cualquier comentario sin relación con el sexo o el cuerpo o la ropa o lo que fuera; que si hacía calor, que si el equipo local iba mejor o peor (generalmente peor), que si las papas las dejábamos freír más tiempo: todo eso acababa en su triángulo, y entre mis piernas se instalaba un pequeño gusto eléctrico sostenido, que me revolvía allá abajo los huevos y la verga, alegre ahora como hacía tiempo que no estaba. Quizá más que gusto era un gusanillo que me corría ombligo abajo hasta la verga tan contenta de recibir aquel regalo tardío.
Ahora esta obsesión me iba dominando todo el día de todos los días, con un apetito incapaz ...