La búsqueda de Rafael
Fecha: 01/10/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Pedro Viejo, Fuente: CuentoRelatos
... de saciarse, porque la prohibición superaba el deseo. ¿Cómo resolver esto? He explicado muy resumidamente lo que intenté hacer y lo que logré con mi hijo. Pero hubo otras situaciones que acompañaron a mis intentos de verle la polla, verga, picha, etc. a mi hijo.
Como yo me decía que aquello no podía ser, intenté solucionarlo mediante métodos tradicionales: me masturbaba, intentando que no fuera pensando exactamente en él, pero qué va, siempre acababa pensando en esa carne suya en mi boca, chorreando el semen para que me rebosara y yo me lo bebiera y disfrutara de aquellos herederos míos que mi hijo me entregaba para que me relamiera, pues su semen era descendiente del mío, según alocadamente yo atisbaba mientras me corría y movía la cadera atrás y adelante, ayudando al gusto que me daba estar en aquella situación imposible. Una vez terminaba de correrme y gozar como hacía tiempo, tanto que casi me desvanecía, y cuando me ponía a descansar de aquella corridota, pensaba que aquella era la última vez, que tenía que poner fin a esta locura que me poseía, la obsesión interminable. Si todo había ido bien hasta el momento, y mi vida se encaminaba a una serena vejez con seguridad material, algo que muchos desearían, qué descenso a los infiernos podía ser esto que me pasaba, si yo dejaba que me arrastrara a un pozo en el que no se veía fondo.
No les parecerá sorprendente saber que estos buenos propósitos desaparecían al poco, y todo volvía a empezar. En este laberinto estaba ...
... yo, con miradas que me traicionaban, masturbaciones cuando Hernán se marchaba, limpieza de mi verga cansada y vuelta a empezar. ¿Qué hacer, qué hacer?
Lo primero que hice fue volver a mi masajista preferida, para que ella me cansara, me dejara satisfecho y lograra que, agotado, se me olvidara la entrepierna deseada. Al principio sí, Elisa me satisfacía, como siempre, y yo volvía, duchado después del aceitado y manoseado, tranquilo, sereno, dispuesto a volver a mis quehaceres… Hasta que volvía aquel empeño de mi picha en mostrar que no estaba muerta, que estaba de parranda.
Con todo aquello decidí que lo mejor sería enfrentarse al problema de un modo racional, metódico; mis ganas de aprender no habían tenido límites hasta el momento, con lo que me puse a ver qué pasos podía dar para ir logrando mi propósito. ¿Cuál era? Chuparle la vergota a mi hijo, y después ya se vería.
Caminando por la calle, que fue donde se me ocurrió esta idea, y más sereno por haber tomado esta decisión, vi que mi apetito se dirigía también a otros jóvenes o mayores que se cruzaban conmigo. Cerca de casa hay un paseo muy concurrido, en el que no faltaban ejemplos de varones a los que observar; con discreción, eso sí, no fuera que me ganara un golpe o unas palabras de más (merecidas, seguramente, en nuestra sociedad, porque con una chica no me hubiera pasado nada). Merecidas por la costumbre, no por la moral ni la ética ni la divinidad, que no tenían nada que ver aquí, y a las que yo había tirado ...