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El desvirgamiento de Rufina
Fecha: 05/10/2024, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
... tantas cabras. -No te lo tomes a broma. El Puerco Espín es un peligro. -Pues no lo parece. Te repito que a mí me cae bien, hiciera lo que hiciera en el pasado. -¡Maldito hijo de puta! La historia no se va a repetir. -¿Qué historia? -La de mi amiga. -Yo no me voy a abrir de piernas. Luisa le mintió. -Tampoco mi amiga se abrió de piernas. -¿Qué quieres decir con eso? -Que la forzó. Rufina se quedó mirando para su madre. Le costaba creer lo que le había dicho. -Eso sería lo que dijo ella. Me voy para cama que mañana tengo que madrugar. Por cierto. ¿Quién era tu amiga? -No te lo puedo decir. Ahora está casada. Lo que sí te puedo decir es que es de la aldea. El principio Al día siguiente Rufina se volvió a plantar delante de Elisardo, que seguía leyendo "La vuelta al mundo en ochenta días." Sin mirarla le preguntó: -¡¿Qué quieres ahora?! -¿Me enseñas a leer y a escribir? -¡Ni harto de vino! Se sentó a su lado y con la cabeza baja y mirando a la hierba, le dijo: -Me da mucha vergüenza ser analfabeta. -Eso no es problema mío. -Por favor, apréndeme. Elisardo giró la cabeza y la miró. -¡Coño! Sabes pedir las cosas por favor. -¿Me enseñarás? -¿Qué me darías a cambio? -¿Qué te gustaría que te diese? -¿Con una mamada ya me daba por pagado? Rufina empezó a darle la razón a su madre. Elisardo era un peligro. -Soy tu sobrina. ¿Cómo me puedes pedir eso? -Tú lo has dicho, sobrina, si fueras mi ...
... hija no te pediría que me pagases con una mamada. No le pareció mucho, ya que le preguntó: -¿Solo una mamada? -Solo. -Puedo hacerla, pero no te la haré hasta que no sepa leer y escribir y te la haré cuando yo quiera. -Trato hecho. Compra una libreta y un lápiz. -No tengo dinero. -Encima de burro, apaleado. Está bien, compro yo la libreta y el lápiz. Mañana empiezas. Al día siguiente Rufina comenzó a recibir sus clases. Las cinco vocales las memorizó en minutos. El abecedario le llevó un tiempo y escribir las letras mucho más, pero después de eso ya fue todo más aprisa. Al mes, más o menos, le dijo Elisardo: -A ver Fina... -De fina tengo poco. -No hace falta que lo jures. -Ya no lo juro. -¡Quieres callar, Rufina! -Si callo no digo nada. -Hoy no pierdo más el tiempo contigo. Rufina ya le había cogido la manta a su tío. -Sí que lo vas a perder. ¿Qué era lo que querías que viera? Elisardo se armó de paciencia. -Cómo escribes tu nombre. -¿Y no quieres que escriba también el tuyo? -Otra cosa que tienes que aprender es a confiar en la gente. -En ti voy a confiar yo. No eres de fiar. -¿Quién te dijo eso de mí? -Mi madre. -Si no confías en nadie acabarás esta vida vieja y sola. En fin, vamos allá -¿A dónde? -A escribir tu nombre. Rufina no se lo daba creído. -¡¿De verdad voy a escribir mi nombre?! -De verdad. ¿R y u? -Ru. -Escríbelo. Le chupó la mina al lápiz y lo escribió. -¿F y ...