1. El desvirgamiento de Rufina


    Fecha: 05/10/2024, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... i?
    
    -Fi.
    
    -Escríbelo después de ru.
    
    Volvió a chupar la mina y lo escribió.
    
    -Ya está.
    
    -N y a.
    
    -Na.
    
    Ponlo después de fi y lee todo junto.
    
    -Ru-fi-na. ¡Hostia! Ya sé leer.
    
    -Empiezas a leer, Rufina, empiezas.
    
    Antes de acabar el verano ya sabía leer con soltura.
    
    La mamada y sus consecuencias
    
    Rufina estaba aquella tarde echada debajo de un pino con su cabeza sobre el regazo de su tío leyendo la novela de Julio Verne "la isla misteriosa." Elisardo dormía con la espalda apoyada a un pino y en sueños se le puso la polla dura. Rufina la sintió debajo de su cabeza. Se sentó, miró para el bulto, puso la novela sobre la hierba, le bajó la cremallera del pantalón y le sacó la polla. Con ella en la mano dijo:
    
    -Es el momento de pagar, Rufina.
    
    Elisardo ya se había despertado, pero seguía con los ojos cerrados fingiendo que estaba dormido. Rufina empuñó la polla. Elisardo empujó hacia arriba, la piel del capullo se bajó y el glande quedó al descubierto.
    
    -Vamos allá. A ver si se corre pronto, que Ataulfo tardaba siglos.
    
    Meneó la polla muy despacito, se la lamió y luego la metió en la boca y se la mamó. En nada se corrió en su boca y Rufina se tragó la leche. Luego le metió la polla dentro del pantalón mientras decía:
    
    -Se me empaparon las bragas.
    
    Le subió la cremallera del pantalón y cogió el libro de nuevo. Elisardo estiró los brazos, bostezó, miró para Rufina y le dijo:
    
    -Tuve un sueño muy agradable.
    
    -¿Qué soñaste?
    
    -No te lo puedo ...
    ... decir, si te lo digo te enfadarías.
    
    -Enfadar me voy a enfadar si no me lo dices.
    
    -Pues soñé que me hacías una cosa.
    
    -¿Te hacía una mamada?
    
    -Sí.
    
    -Te estaba pagando por enseñarme a leer y a escribir. Ya te dije que lo haría cuando yo quisiera.
    
    -No hacía falta que la hicieras.
    
    -Me gustó hacerlo.
    
    A Elisardo empezó a oler la sangre.
    
    -¿Te gustó hacerlo?
    
    -Sí, me gustó hacerlo.
    
    -¿No te pondrías cachonda?
    
    -Sí, me puse.
    
    Se tiró a matar.
    
    -¿Quieres echar un polvo?
    
    Rufina tenía ganas. Volvió a recordar las palabras de su madre, mas se arriesgó.
    
    -Sí, pero sin echarlo.
    
    A Elisardo lo dejó perplejo.
    
    -¡¿Echar un polvo sin echarlo?!
    
    -Sí, cómo me los echaba Ataulfo
    
    -¿Cuánto tiempo tardaba Ataulfo en correrse?
    
    Rufina era rápida de reflejos.
    
    -¡Estabas despierto!
    
    -Sí.
    
    -¡Falso!
    
    Elisardo no le dio más vueltas.
    
    -¿Alguien te comió las tetas y el coño?
    
    -Las pulgas.
    
    Elisardo le iba a poner los puntos sobre las íes.
    
    -Si empiezas con sarcasmos...
    
    Rufina lo interrumpió.
    
    -¡¿Qué?! ¿Me vas a forzar?
    
    -No digas tonterías.
    
    -No son tonterías.
    
    Elisardo, como ya dije, no quería ruidos.
    
    -Sigue leyendo la novela, Rufina.
    
    -No.
    
    -¿No quieres seguir leyendo?
    
    -No, no me comieron las tetas ni el coño. No sabía que los hombres hacíais esas cosas.
    
    -¿Qué fue lo que hiciste con Ataulfo?
    
    -Mamarle la polla
    
    -¿Y él a ti que te hizo?
    
    -Meterme los dedos.
    
    -¿Era tonto?
    
    -No, era muy viejo.
    
    -Va a ser mejor ...
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