1. Salida, la milf


    Fecha: 21/10/2024, Categorías: Incesto Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    Me hubiera encantado afanar uno de esos carteles que en los edificios indican la "salida" y colgarlo sobre la cabecera de mi cama. Pero uno bien grande en verde fosforito. En casa de mis padres hubiera quedado raro. Pero así era como me sentía, caliente siempre, húmeda y con ganas.
    
    He tenido experiencias, tanto con chicos como con chicas y la verdad es que a mis veintipocos años me encanta el sexo. Me llamo Sonia y adoro el placer de unas manos y una lengua recorriendo mi piel aunque a temporadas, por suerte no muy largas, tengan que ser mis propios dedos los que me den placer.
    
    Me gusta vestir sexi, faldas y pantalones muy cortos y ajustados, tops pegados y con grandes escotes. He hecho el amor con chicos y chicas, cuerpos y pieles calientes, gente con la que disfrutar sean como sean.
    
    Hoy he visto a una pelirroja por la calle, eso llamó mi atención, mi cabello también es rojo. Tendrá algo más de cuarenta, normal, voluptuosa, piel clara, pero con una bonita sonrisa. Llevaba unas mallas ajustadas, muy finas, casi trasparentes y al fijarme en su pubis cubierto con un pequeño tanga que se marcaba yo mojé el mío.
    
    Mis largos y bronceados muslos salían de mi falda mas corta y mis hombros desnudos en una camiseta con escote barco muy fina. Me apetecía, la deseaba, quería tener en mis manos ese culito respingón y besar sus labios rojos. Si alguien me llama la atención la verdad es que no suelo ser muy sutil o discreta.
    
    Al pasar a su lado fingí que me torcía el ...
    ... tobillo, un truco nada difícil con el largo de mis tacones y me apoyé en ella. Sin pretenderlo todavía apoyé la mano en un pecho lleno, grande, quizá un poco blando pero muy deseable. Vamos que casi sin quererlo ni objeción por su parte le sobé una teta. Ella solícita consiguió sujetar mi cintura e impedir que ambas diéramos con nuestros huesos en la acera.
    
    Simpática me preguntó como me encontraba. Yo me hice más la dolida de lo que me sentía, frotándome el tobillo.
    
    - ¿Te sigue doliendo?
    
    - Ya casi nada, eres muy amable.
    
    No me dejó sola a mis medios y me acompañó hasta la silla de una terraza cercana. Le ofrecí invitarla a un café por su amabilidad.
    
    - Tómate un café conmigo. Te has portado muy bien.
    
    - Claro, no tengo nada que hacer.
    
    Accedió pues parecía que estaba ociosa simplemente dando un paseo. Incluso me cogió el pie y sacó mi sandalia de tacón para dejarla a un lado de la silla.
    
    - Dejáme darte un masaje, se me da bien y te relajará.
    
    Estaba sentada enfrente de mí, en una silla de terraza. Yo sabía que ella estaba mirando bajo mi corta falda y veía mi encharcado y minúsculo tanga blanco. Sabía que la mancha de humedad se notaba perfectamente.
    
    Me encontraba muy a gusto con el suave masaje que ella me daba en el tobillo, separando los muslos todo lo que podía para que ella no tuviera que esforzarse mucho para ver más de mí. Deseaba que subiera por mi pantorrilla acariciando mi piel.
    
    El guapo camarero aprovechó a echar un jugoso vistazo a nuestros ...
«1234...»