¿Puedes atenderme?
Fecha: 26/10/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
El domingo en la mañana, cuando me disponía ir a desayunar, sonó mi teléfono móvil, la llamada era de Stella, la exesposa de mi amigo Cornelio. Ya les he platicado de ellos en algunos relatos.
–¡Hola Stella! ¿buenos días!
–Sí, soy yo, buenos días –contestó con una voz un poco triste–. ¿Estás en tu casa?
–Sí, dime –contesté pensando que requería algo.
–¡Qué bueno! Estoy afuera de tu casa, ¿no te inoportuno si te veo? –preguntó y me apresuré para abrir la puerta.
–A tus órdenes, le contesté cuando la vi frente a mí.
Ella sonrió y me dio un beso en los labios y con su mano buscó mi miembro sobre mis ropas. De inmediato reaccioné y se me paró la verga, la cual apretó y me metió la lengua en la boca. “Pasa”, le dije al apagar mi celular, y ella hizo lo mismo con el suyo.
–¡Qué buenos reflejos tienes! –contestó volviéndome a apretar el pene y yo me turbé por su arrojo– ¿Qué tienes que hacer ahorita? –Preguntó.
–Iba a salir para desayunar algo. ¿Tú ya desayunaste? –dije y me arrepentí de inmediato pues si ella quería coger conmigo, tal vez no tendría tiempo más que para un “rapidito”–. Pero no importa, eso puede esperar –corregí mi metida de pata.
–Ya tomé algo hace como dos horas, antes de salir de casa –contestó y me pareció mucho tiempo el trayecto de su casa a la mía, sobre todo temprano y en domingo–, pero te acompaño, hay tiempo para todo, ¿o no…? –dijo, dándome a entender que ella no tenía qué hacer y yo escogiera a qué hora me la ...
... cogiera.
Fuimos a desayunar al mercado de Coyoacán y en lo que nos servían ella comenzó a llorar. Sacó su pañuelo para enjugarse las lágrimas y yo la abracé, aproveché para besarle la mejilla y chuparle el óvulo de la oreja.
–¡Hey, detente, me estás calentando! De por sí ya me había puesto “jairosa”, pero aquí no me provoques. Al rato habrá tiempo para todo –dijo y me separé.
–Perdón, quise reconfortarte, pero tu olor me golpeó el sistema límbico –me justifiqué
–Y tu lengua ya mero desborda al mío, sólo se quedó una gota en la tanga –cuando escuché eso me dieron ganas de decir “A ver” y meter mi mano bajo su falda, pero obviamente me contuve.
–¿Por qué lloraste? –pregunté regresando mi mente a su problema.
Stella me contó que se levantó temprano, aún con los recuerdos gratos de la ensoñación inmediata y, sin pensarlo más, decidió ir a buscar a Cornelio, quien vive en la planta baja de un edificio de interés social y, justamente al pasar por la ventana del baño escuchó el ruido de la ducha y decidió esperar a que Cornelio ya no estuviera bañándose, pero de inmediato escuchó a su exmarido gritar “Ya está lista el agua, Tere”, y otro grito que contestaba en la recámara adjunta “Ya voy papucho, ya me encueré”.
–Eso me dejó claro que Cornelio ya tiene pareja y yo no lo sabía –explicó Stella y volvió al llanto.
Volví a abrazarla y se calmó. Nos trajeron los platos de birria que habíamos pedido y los tepaches. Cuando se fue el mesero, la solté y la conminé a comenzar a ...