¿Puedes atenderme?
Fecha: 26/10/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... líquidos.
Mi boca era poca para succionar sus grandes labios y el derredor del clítoris muy erecto. Lamí el periné varias veces presionando la base pélvica antes de llegar al ano para ensartarle la lengua, al tiempo que con dos dedos hurgaba el interior de su pucha. Ante esta acometida movió la cabeza rápidamente para que mi eyaculación coincidiera con sus orgasmos. Me vine sin poder contenerme y ella dio un fuerte grito apretándome los dedos y la lengua con sus músculos vaginales y esfínter. Quedamos reposando empapados del sudor conjunto en las zonas de contacto de nuestros cuerpos y ambos con la cara llena de excreciones.
A los pocos segundos se enderezó para girar 180 grados y darme un beso blanco. Al levantar un poco la cara nuestras bocas estaban unidos por un hilo de mi lefa que chupamos para lamernos los rostros y saborear el producto de nuestras venidas.
–¡Que se coja Cornelio a Tere lo que quiera!, aquí tengo un macho de verdad –exclamó y me besó la cara varias veces–. ¿Dónde tienes cigarros?, o mejor si me echo un “churro” para descansar –expresó y se levantó para ir por su bolso.
Regresó con un porro de mariguana encendido echándose a mi lado. Le dio un par de profundas fumadas y me lo quiso pasar “Ten, date unos toques”, me dijo. “No, gracias, no le hago a eso”, contesté.
–¡Eres igual de puto y mamón que mi marido! “No, yo no fumo eso” –me recriminó esto último con voz chillona–. Hasta en eso se parecen Cornelio y tú, ¡los han de haber parido en ...
... el mismo momento!
Le dio otra fumada, dejo la bacha en el cenicero y me apretó la nariz para que yo abriera la boca. Me resistí, pero me insufló una buena cantidad de humo. Tosí mucho, me incorporé como pude y fui a abrir la ventana. “Te van a ver encuerado”, me dijo en tono burlón. “No me importa”, contesté molesto.
–¡Ja, ja, ja, hasta saliste exhibicionista como mi exmarido! –dijo empezando a arrastrar las palabras y riéndose exageradamente, la droga comenzaba a hacer efecto…
–No sabía que Cornelio era exhibicionista. Sí soy muy puto: me gusta mucho coger. También soy mamón, sobre todo cuando hay unas chiches hermosas como las tuyas… –dije y me prendí de su pecho.
Ella se dejó hacer, mientras seguía fumando. “Así, mamón, así, como bebé…” decía y mesaba mi cabello. De pronto empezó a carcajearse y luego soltó el llanto a gritos. “¿Qué te pasa?”, pregunté temiendo que estuviese bien “pacheca”.
–¡Pinche Cornelio! Siempre está dando “cinito” –gritó y luego se mantuvo quieta y con los ojos cerrados.
–¿Por qué dices eso? –pregunté, quitándole la colilla.
–Pera… ¡otra más…! –dijo arrebatándome la bacha, y varias pavesas cayeron sobre la cama.
Me apresuré a apagar los rescoldos de las cenizas. Stella sonreía al ver mi apuración y le daba un último jalón a la hierba. Casi quemándome, le quité la colilla y la puse en el cenicero, ella seguía riendo...
–Porque coge… abiertas –dijo y no entendí.
–Claro que para coger, las mujeres deben tener las piernas ...