1. ¿Puedes atenderme?


    Fecha: 26/10/2024, Categorías: Hetero Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos

    ... abiertas –dije pensando en que quería que me la cogiera otra vez, pero Stella mantenía las piernas cruzadas y traté de abrírselas.
    
    –No…, las cortinas –dijo y miró hacia la ventana, que, aunque estaba abierta, las cortinas estaban cerradas.
    
    –¡Ja, ja, ja, qué pendejo eres! Yo hablo de Cornelio –me reclamó y yo, como no entendí, me quedé quieto esperando que el embotamiento se le pasara.
    
    –¡Ja, ja, ja, ya te enojaste!, fúmate uno se siente bien estar así, y también se coge mejor –dijo y se me encimó tratando de meterse mi pene flácido.
    
    Conforme cabalgaba, apachurrando verga y huevos, mi falo comenzó a reaccionar y pudo metérselo. Con los ojos cerrados siguió saltando y a mí se me ponía más duro viendo el bamboleo de sus tetas.
    
    –¡Ja, ja, ja, me hubiera quedado para ver cómo cogían!, siempre coge con las cortinas abiertas. decía con alegría, pero, sin dejar de moverse, cambió a un tono lúgubre –: ¡No, no lo hubiera soportado yo! exclamó y rompió en llanto.
    
    Sólo entonces detuvo el movimiento y se dejó caer a la cama, donde lloró desconsoladamente. ¡Esa verga debe ser sólo mía! dijo y extendió su mano para jalarme con gran fuerza el miembro. Su borrachera era impredecible. La abracé y la besé en la frente, en la cara, el cuello los hombros y el pecho, al tiempo que la acariciaba para calmar la furia de los demonios que navegaban en su cerebro. Lo logré y se quedó dormida. Tomé mi teléfono y fotografié su hermoso cuerpo. La moví como si fuese una marioneta de trapo y ...
    ... la acomodé de varias formas, lo único que no pude hace fue ponerla en pose de vaca para que le colgaran las ubres. A la hora comenzó a despertar, yo ya había hecho café y lo tomaba disfrutando la vista y las caricias que le hacía en la piel.
    
    –Huele rico, ¿es café? –preguntó y le ofrecí mi taza – ¡Guácatelas, está dulce! –gritó devolviéndome la taza.
    
    Tomé la taza y le dije que le traería uno “pero con piquete”, señaló. Así que al de ella le puse ron.
    
    –¿Ya se te pasó? –pregunté.
    
    –¿Se me pasó qué? –preguntó extrañada.
    
    –Las carcajadas y el llanto alternados, gritando sobre unas cortinas abiertas cómo coge tu exmarido– expliqué y su cara se puso triste, pero en la boca había una mueca de querer sonreír.
    
    –No, no se me ha pasado. ¿Sabías que Cornelio no acostumbra cerrar las cortinas no cuando hace el amor?
    
    –No. ¿Te ha tocado verlo así? –pregunté después de mentir, pues ya nos lo había contado Cornelio y lo relaté en “Los vecinos del 104” y en “¡Vámonos de putas!”
    
    –Verlo: no. Pero sí me ha tocado acostarme con él y le pedí que cerrara las cortinas. Me contestó “Nadie nos verá” y comenzamos a coger. Varias veces me pareció ver una silueta tras las cortinas de un departamento frente al de él, pero un piso más arriba.
    
    –Pudo haber sido el viento lo que movió esas cortinas que dices –dije restando importancia al asunto–. Si es así, ¿por qué no te quedaste para verlo cogerse a la tal Tere?
    
    –No creo soportarlo. Además, una cosa es estar de mirón y otra que te ...
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