Familia muy unida... demasiado (capítulo 2)
Fecha: 28/10/2024,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: WadeHolden, Fuente: CuentoRelatos
A la mañana siguiente, al bajar a desayunar, me encontré con el amor de mi vida, la mujer más bella del mundo, Anaís, mi madrecita querida. Acompañada de “mi rival”, mi padre, esposo de ella. Estaba en bata de levantarse, que apenas le cubría las nalgas y además mostraba un escote suculento. Papá también en bata, recién levantados ambos.
-Buenos días, señora bonita, ¿cómo amaneces? Bendición a ti también, papá, la bendición -le dije a mamá, dándole un beso en la mejilla y a papá.
-Dios te bendiga, mi amor, bien, muy bien. Dormimos como bebés, tu papá y yo. ¿A qué hora regresaron? -me preguntó ella, diligentemente.
-Dios te bendiga, hijo, ¿Qué tal les fue? ¿Te jorobaron mucho tus hermanas, anoche? -preguntó papá.
-No, la pasamos bien, nos divertimos mucho y regresamos como a las 3. Pero esas no se van a levantar todavía, creo -les respondí.
-Entonces aprovechemos para informarte algo que es muy importante. Siéntate a desayunar y te voy comentando -me soltó papá.
Me explicó que el proyecto que él estaba desarrollando en la compañía tenía que ser dirigido por él mismo en su ejecución, lo que significaba que debía trasladarse a esa montaña en el occidente del país por aproximadamente 6 meses, que podrían ser 8 o 10, de acuerdo a lo lento de los desembolsos de flujo de recursos que acostumbraba el Ministerio de Obras Públicas.
Papá llevaba 22 años en la empresa y como artífice creador de este proyecto, debía dirigirlo en su ejecución. Eso significaba ...
... alejarse de su familia por todo el tiempo que durara la obra, solo con visitas a casa por un fin de semana cada tres o cuatro semanas, pero al regresar ya terminada la misma, sería ascendido a Director de la empresa. Después del Presidente, el yerno del presidente, que ocupaba una de las Direcciones y el hijo del Presidente, que ocupaba otra Dirección, él sería el tercero y único no familiar. Pero si se negara a dirigir la obra, decepcionaría al Presidente y dueño y tendría que renunciar a la empresa de toda su vida. Así de simple. O todo o nada.
Papá estaba en condiciones de hacerlo, es más, lo deseaba como nada. Era su proyecto y la culminación del mismo lo cubriría de fama nacional y hasta internacional como Ingeniero Eléctrico especializado en Generación de Hidroelectricidad. Pero… siempre hay un pero. Anaís, mi madre, tenía una condición especial. No era una enfermedad, pero ella era como un alcohólico o un drogadicto, siempre caminaba al filo de la navaja y podía caer al precipicio sin darse cuenta.
En cada uno de sus tres embarazos, ella tuvo cierto descontrol hormonal severo, de tal manera que unas hormonas, que no viene al caso nombrar y ni siquiera sería capaz de pronunciar sus nombres, hacían que requiriera de sexo cada 48 horas como máximo. Si llegaba a pasar más de 72 horas sin ello, se desprendía el caos hormonal. Resultado: posiblemente saldría a la calle desesperada buscando un hombre con quien follar. Dramático. Siempre había estado en control estricto con ...