Entregada al jefe de mi marido
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... pisado esa casa, como una persona tan adinerada como Don Ramón y su esposa, tenían una vivienda tan modesta.
Nada más entrar en el salón, me crucé con Olga, la hija menor del jefe de mi marido.
—Olivia, que alegría de verte, —dijo acercándose a mí. Dándome dos besos como saludo.
—Hola, Olga. Yo también me alegro de verte.
Sabía que Olga me odiaba. Entre nosotras dos había una rivalidad latente, que ambas intentábamos de alguna forma mantener oculta. Sin embargo, la chica no me caía mal.
En el fondo, entonces yo ya intuía que ella y yo éramos mucho más parecidas de lo que a ambas nos gustaría admitir. Olga era una zorra de clase alta, casada con un pusilánime y timorato hombre, carente totalmente de atractivo y de personalidad
Era una mujer muy atractiva y elegante; alta, delgada, con un pelo largo y oscuro, además era culta, muy erudita e inteligente. Olga trabajaba como profesora de historia en la universidad. También había escrito un par de novelas ambientadas en diferentes épocas históricas, con bastante buena acogida de ventas y de críticas.
Ella había sido la amante de mi marido durante dos o tres años, y yo estaba convencida, de que todavía, seguía enamorada de mi esposo.
Enrique había roto la relación con ella, cuando él y yo empezamos a salir. Cosa que Olga jamás me perdonó, además yo tampoco intenté nunca tener un acercamiento con ella, más allá de fingir un cariño inexistente entre ambas.
Sabía por mi marido, que Olga era una mujer muy ...
... ardiente y muy morbosa. Con ella Enrique había vivido situaciones realmente escabrosas y calientes, que harían incluso replantearse ciertos prejuicios morales, a la persona más liberal de este mundo. Dicho todo esto, en las propias palabras de mi marido. Sin embargo, él nunca me contaba detalles de los juegos de ambos, y yo tampoco quise profundizar en el tema. Pero fue la hija de Don Ramón la que inició a mi marido en ciertos gustos y prácticas sexuales.
—Hola, Joaquín, —saludé al cornudo de su marido que estaba sirviendo las copas junto a una mesa llena de bebidas.
—Hola, Olivia. Llegas justo a tiempo, —me respondió amablemente ofreciéndome una copa.
Después de la cena y de los regalos, la primera en marcharse fue Sonia y su marido. Alegando que al día siguiente tenían que salir de viaje.
Olga y Joaquín tampoco tardaron demasiado, ellos ni siquiera planearon ningún tipo de excusa. Me imagino que a ella mi presencia, en la que había sido su casa, le resultaba molesta.
—Me alegro de haberte visto, Enrique —dijo justo antes de marcharse sin ningún tipo de disimulo con una seductora sonrisa en los labios. Mientras salía por la puerta con un engatusador movimiento de cadera, acentuado y marcado por un ajustado vestido que señalaban ostensiblemente sus destacados glúteos.
«Tanta gloria lleves como paz dejas, zorra», pensé mientras la contemplaba salir contoneándose frente a mi marido, disimulaba una sonrisa.
Al final nos quedamos Don Ramón, Marga su esposa, ...