Infiel por mi culpa. Puta por obligación (22)
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
A los negocios… ¿Entregada?
—Me has contado que pensaste en mí, que me tuviste presente, aunque comprenderás que lo ponga en duda, pero igualmente quiero saber… ¿Qué carajos se te pasaba por la mente en esos momentos? ¡¿Fue en verdad tan fácil para ti traicionarme?! ¿No te sentiste mal contigo misma por haberlo besado? —Le pregunto al tiempo que separo su cuerpo unos centímetros del mío, alejándola un poco más al estirar mis brazos.
Sin esperar por su respuesta, –que se demora en exceso– la esquivo por un lado y avanzo hasta la banca de madera para servirme un nuevo trago y encender otro de mis rubios cigarros, limpiándome el llanto de mis mejillas con las mangas arremangadas de la tela rosa que cubre mis antebrazos, y me viene a la cabeza una cita de Francisco de Goya que leí años atrás: «Nunca se escapa lo que se quiere dejar coger».
Mariana, igualmente con sus ojos anegados por las lágrimas, se me acerca y de su bolso extrae los pañuelos faciales. Las absorbe con leves toques y con el uso de un solo pañito de papel bien doblado, que luego bastante húmedo, lo arruga. Termina por sentarse en el mismo lugar de antes, –observándome con pena– y yo con mi tormento a cuestas, le sirvo también otro poco de ron, sin mirarla directamente a los ojos.
Ella me lo agradece sin palabras, pero sí esbozando a medias, una sonrisa. Y así tan muda, también toma su cajetilla blanca y con un hábil movimiento de su muñeca, hace saltar los cigarrillos, quedando tres o cuatro al ...
... alcance de sus dedos, pero con la boca abierta, aprisiona con sus dientes por el filtro, al más externo de ellos.
Le da fuego con su propio encendedor y aspira, dos veces. La primera muy corta, sin fumar casi nada, más con la segunda se excede al hacerlo con mayor intensidad. De pronto, apurada por otorgarme una respuesta o debatir con su acostumbrada inteligencia mis reclamos, tose y expulsa todo el humo gris, y al girar su cabeza hacia la izquierda, crea una nube espesa primero, y después una estela leve que se difumina, persistiendo segundos después en seguir el brusco movimiento semi circular.
Con su mirada dirigida hacia los adoquines o a la sandalia, que baila sin música pero al ritmo de su nerviosismo, –sostenida internamente por los dedos de su pie derecho– entreabre su boca y con la lengua humedece los labios, acercando nuevamente el cigarrillo sostenido con elegancia dentro de la horqueta que forman sus dedos índice y corazón, para fumar perturbada otra vez.
—Pues no sé cómo será para los demás, –le respondo intentando recuperar la calma– pero para mí con ese beso concedido o entregado, según como lo quieras ver, fue dejarle entrar con su lengua a la intimidad de mi vida, traicionando mis principios y claudicando un poco a nuestra común animadversión hacia él.
—Ya que lo preguntas, ser infiel no fue fácil, me tomó bastante tiempo asimilarlo. Horas de recriminaciones frente a la imagen de la mujer desleal que me devolvían los espejos de los baños en el club, ...