Infiel por mi culpa. Puta por obligación (22)
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... pues sin tenerlo claro, fue el sitio más cercano para evadirme y pensar a solas en lo que había hecho, dirigiéndome hacia allí. O en la privacidad de mi automóvil, mirándome llorosa y extraña en el retrovisor, mientras esperaba a que el temblor en mis piernas se aplacara para descender del Audi e ingresar al lobby, como la mujer fiel de siempre o como leí en los labios de uno de los empleados del club al referirse a mí: «Ahí viene la buenona. ¡La señora del arquitecto García!».
—Largos minutos de llantos enclaustrados y solitarios, –aunque los hubiera acompañado por la lluvia tibia de la regadera– sentada dentro de la ducha del baño en el gimnasio, pegando mi espalda a las baldosas y las rodillas a mis pechos. No, no fue fácil asumir que con esos besos de su boca en mis labios, los de arriba y los de abajo, ya había transmutado a tu adorada y fiel Mariana, en una Melissa mentirosa y traidora.
— ¿De qué manera al verlo más tarde, enfrentaría al rostro amoroso e inocente de mi marido? Nerviosa lo pensé durante bastante tiempo, sentada luego en la cafetería del club, acompañada por una taza de capuchino. La tercera en verdad. La parte cuerda de mi razón, conectada por completo con el palpitar de mi corazón, estuvieron de acuerdo. Por eso me sentía tan infeliz al traicionarte. ¡Terriblemente mal!
—El otro lado de mi cerebro, –sin ningún obstáculo sentimental de por medio– me hizo sentir por su lado un estúpido orgullo. ¡Había volteado la torta de sus burlas y era yo ...
... quien había tomado el control de nuestra nueva relación! No era yo, tu Mariana quien se hablaba así misma mientras terminaba mi bebida, casi fría. Era su Meli parcial, o la Melissa completa de todos los que en la oficina y para los clientes me llamaban así, la que ahora vencía las ínfulas de poder del domador. Me sentí muy bien por eso y sin embargo… ¡Para nada pensaba en ti!
—Y estando sumida en mis pensamientos, no escuché los pasos a mis espaldas, pero si sentí que unos delgados y suaves dedos cubrían mis ojos por detrás. ¿Adivinas quién, coincidencialmente se encontraba allí?
—Fadia tiene siempre por costumbre concurrir los viernes al club para recibir sus clases de tenis, aunque jugara a dobles tan mal. ¿Era ella? —Intento acertar con la respuesta.
—Si era ella, pero no cielo, Fadia asiste los jueves, por eso encontrármela allí se me hizo extraño. Igual, nos saludamos como siempre y ella se sentó para contarme que por la noche tendría una cena con Eduardo para celebrar y por eso tenía una cita con la masajista para que la dejara relajada y más tarde en la peluquería, con algunos retoques dispuesta a disfrutar de esa noche.
— ¿Festejar qué con exactitud? —Le pregunto con desgano a Mariana, bebiendo mis últimas gotas de ron.
—Un negocio que estaba a punto de concretarse. Que solo faltaba darle el último complemento con la estocada final. Entonces recordé los documentos que le había llevado a José Ignacio y su comentario acerca de la amistad que Fadia mantenía ...