Con las botas puestas
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... abandonaran la fiesta y se dirigieran a las habitaciones…
No me demoré mucho y, al llegar a los ascensores, ellos estaban esperando. Pensé que ya estaban arriba, comenté. No, dijo ella, preferimos esperar y subir todos juntos. ¡Perfecto! En el ascensor íbamos solo los tres. Luis Andrés, lanzado a la aventura, besó a mi mujer en frente mío y ella no lo rechazó. Es más, diría que lo disfrutó, porque él empezó a utilizar sus manos para estimular su sexo. Así que me limité a observar cómo se acariciaban y besaban mutuamente hasta que nos detuvimos en el séptimo piso.
Me dio un tanto de risa porque, caracterizados como estaban con la indumentaria, se veía un tanto cómico cómo el payaso besaba a mi esposa, vestida muy insinuante, tal vez luciendo como una prostituta. Pero aparte de ese detalle, ambos, hembra y macho, ya estaban enfrascados en su sexual aventura.
Al detenerse el ascensor y abrirse la puerta, les hice la seña para que se adelantaran, mostrándoles el camino. Habitación 703, dije. El recorrido hasta allí sería como de unos veinte metros. Mi mujer encabezaba la fila, yendo Luis Andrés y yo detrás de ella. El golpeteo de sus tacones al caminar y las imágenes que ya corrían por mi cabeza me excitaron sobre manera. El muchacho, caminando muy cerca de ella y atrevido en exceso para mi gusto, le acariciaba con delicadeza sus nalgas mientras hacíamos el recorrido. El ya estaba en lo suyo.
Ella usó la llave para abrir la puerta e ingresó a la habitación. Luis ...
... Andrés, no más entrar, la abrazó, besándola nuevamente. El encuentro sexual ya había empezado en ese punto. Y fui yo quien, cerrando el grupo, cerré la puerta. Para ellos, en ese instante, concentrados el uno en el otro, yo ya había dejado de existir, ignorando totalmente mi presencia, así que me relajé y me limité a observar la escena y tomar fotografías del evento.
Mi esposa tomó el control de la situación y empezó a desvestir a Luis Andrés, que, muy excitado, estaba dedicado a masajear sus senos y llevar sus manos por debajo de su falda hasta las nalgas, sin dejar de besarla por un instante. Sus bocas abiertas dejaban ver cómo sus lenguas se entrelazaban y, al ritmo de sus respectivas caricias, sus manos inquietas exploraban sus cuerpos en toda su extensión.
Mi mujer nunca se ha equivocado en estos casos, pues al desvestir al bajar sus pantalones puso al descubierto el enorme miembro que tenía. Y ella, encantada con tal vista, de inmediato procedió a empujarlo hacia atrás, hacia la cama, llevándolo a que se acostase de espaladas mientras ella se deleitaba contemplando y masajeando tan provocativo pene, que, poco tiempo estuvo a mi vista, porque rápidamente lo llevó a su boca para chuparlo como quien degusta una colombina.
Definitivamente la dureza y textura de aquel miembro deslumbró a mi esposa, que no dejaba de masajear y chupar ese miembro para deleite del muchacho, quien no dejaba de gesticular y emitir tímidos gemidos mientras ella hacía su trabajo. El le pidió ...