Con las botas puestas
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
El contenido del relato es muy sencillo. Me gusta tomar fotos de mi mujer mientras tiene sexo con sus conquistas, porque encuentro estéticas, atractivas y muy excitantes las imágenes que se capturan, las composiciones, el ambiente, el decorado, el color de las sábanas y el contraste del color de su piel con la de su amante. Tal vez lo único que interesaría en estos casos es el tema netamente sexual, pero hay algo de cautivador en las fotografías cuando tu mujer se ve a medio vestir, gesticula durante el acto y se perciben texturas y colores que generan interés y excitación cuando estas fotografías se ven una y otra vez.
Ella generalmente no se desnuda del todo a la hora de fornicar con sus corneadores, sino que se deja puestas las pantimedias y sus zapatos de tacón. Digamos que es una marca registrada. Ella también ha disfrutado viendo las fotografías que he tomado en sus encuentros y sabe que hay diferencia entre aquellas donde está totalmente desnuda y las que la muestran a medio vestir. Tal vez por eso, y sabiendo que los estoy fotografiando, ella nunca se desnuda completamente.
Algún día, sin embargo, caminando por un centro comercial, nos detuvimos frente a la vitrina de un almacén de calzado que exhibía maniquís de mujeres luciendo diferentes tipos de botas. ¿Te llaman la atención? Le pregunté. Sí. Están bonitas, respondió. Bueno, comenté sin titubear, te voy a regalar unas. Y, sin decir palabra, entramos al lugar para ver qué se nos antojaba.
Poco ...
... tiempo después se estaba probando diferentes modelos de botas, mirándose en el espejo para ver con cual de ellas se sentía más cómoda. La selección no fue fácil, porque ella estaba pensando en cómo combinarlas con la ropa que tenía mientras que yo estaba pensando en cómo quedarían las fotografías y cómo se vería ella retozando con sus amantes.
Finalmente estuvimos de acuerdo en adquirir unas botas negras, de tacón alto, bastante ajustadas a sus piernas y que llegaban un poco más arriba de sus rodillas. Pero, claro, había un pero. Con las mujeres, en temas de vestimenta, siempre hay un pero. Esas botas, según su opinión, no lucirían bien con la ropa que tenía. En fin. El regalo, entonces, tendría que ser algo más que las simples botas, así que nos fuimos a buscar un vestido que hiciera juego. Y, la verdad, los almacenes que visitamos tenían solo ropa convencional, de manera que nada parecía satisfacer sus gustos.
Habiendo visitado varios lugares, al parecer sin resultado, seguimos vitrineando hasta que, quizá por casualidad, cruzamos por enfrente de un almacén de lencería erótica. Y ella, sin yo sugerir nada, comentó que allí pudiera haber ropa que hiciera juego con sus botas. He llegado a pensar que, para ese momento, por su cabeza ya pasaban imágenes excitantes exhibiéndose para otros. Lo cierto es que, una vez entramos al lugar, la selección resultó aún más complicada, no porque los vestidos no combinaran sino porque ella, al fin y al cabo, no sabía por cual ...