1. Morir de amor


    Fecha: 03/11/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos

    Profesores ambos, se conocieron en un curso sabatino de actualización en el que coincidieron. Su atracción fue mutua y en los descansos platicaban mientras tomaban el café. En la segunda sesión ya sabían que los dos se habían divorciado recientemente, que habían nacido en el mismo año. En la tercera sesión, Verónica, con menor experiencia como docente –ya que ella se había retirado del trabajo en las aulas cuando se casó y regresó ocho años después, al divorciarse. Estaba obligada a obtener excelentes calificaciones en ese curso para obtener la definitividad de su plaza en el magisterio– le pidió a Leonardo que revisara uno de los trabajos que debía entregar a su inspectora.
    
    –Según yo, ya está concluido, pero quiero estar segura de que nada falta y saber si es de buena calidad –le dijo entregándole una copia del documento–. Si te es posible, dame tu opinión el martes –concluyó con tono suplicante, aunque las palabras pertenecían al modo netamente imperativo al no agregar un “por favor”, como mínimo al concluir.
    
    –¿A qué hora y a dónde puedo hablarte? –preguntó Leonardo.
    
    Con ello quiso dejarle claro que, si bien conocía varios aspectos de su situación sentimental, no le había su número telefónico ni su dirección, sólo sabía su nombre, el nombre de la escuela, el turno y los grados que atendía. Información que todos los participantes dieron al grupo en el momento de su presentación.
    
    –¡Perdona, es que ya te he platicado mucho de mí y no te he dado ni mi número ...
    ... telefónico…! –expresó ella poniéndose a anotar su teléfono en el cuaderno y arrancó la hoja para dárselo –Puedes hablarme a cualquier hora. Por lo general estoy, con seguridad, entre siete de la noche y seis de la mañana. No te preocupes por la hora.
    
    Leonardo tomó el papel que le dio Verónica y le añadió el nombre de ella. “Perdón, suponía que no olvidarías de quién sería”, dijo ella con un tono de insatisfacción.
    
    Justo a las 21:45 del día que se presentaba la única Luna llena de marzo, Leonardo marcó el teléfono de Verónica para darle sus observaciones sobre el trabajo que revisó. “Sus hijos deben estar dormidos y seguramente ella no, pues espera mi llamada”, se dijo recorriendo uno a uno los seis dígitos en el disco.
    
    La charla inició con las aclaraciones de rigor, luego pasó a las precisiones sobre el documento y unas sugerencias de ampliación en las prácticas que ella proponía a los alumnos y la razón de éstas.
    
    –No cabe duda que “el que sabe, sabe” –dijo Verónica aceptando incluir las propuestas.
    
    –Quizá no te resulte tan claro lo que acabo de decirte, pero mañana paso a tu escuela y te dejo un guion que hice de la práctica –prometió Leonardo.
    
    –¿A qué hora pasarías? –inquiere ella.
    
    –En la mañana, cuando pueda, y se lo dejo al conserje o portero. Así que avísale cuando llegues, para que lo reciba y no me entretenga de más –ordena Leonardo.
    
    –¡Oh!, ¿ya tienes prisa por colgar? –pregunta Verónica, temiendo haber molestado a Leonardo dado lo imperativo de su ...
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