Morir de amor
Fecha: 03/11/2024,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
... tono.
–No, no, aunque ya estoy acostado, aún no cierro la cortina y me serví un vaso de vino, puedo seguir charlando, está hermosa la Luna –Dice Leonardo, quien descansa desnudo; piensa en ella meneándose el pene y viendo hacia la ventana.
Él escucha que la bocina del teléfono es depositada sobre una superficie dura, quizá la mesa o el buró, y queda intrigado por el silencio breve, seguido de otros ruidos que no puede identificar. Unos segundos después identifica que la bocina es arrastrada.
–¡Sí, está bonita, completamente llena! Ya abrí la cortina –exclama Verónica entusiasmada.
Leonardo piensa en que sería bueno tener con quién festejar su cumpleaños, el cual es precisamente ese día, pero lo calla. Ella le comenta la última vez que tuvo tiempo de ver la Luna, pues fue gracias a su luz que pudo ver el cuerpo de su exesposo que borracho se había quedado dormido en el cajón donde le correspondía estacionarse a ella. Comienza así una serie de hechos por los cuales había tomado la decisión de divorciarse de su esposo dipsómano. Ella detiene su perorata una vez recorrido el calvario hasta llegar a ese momento, donde muy pocas veces Leonardo dio muestras de estar al otro lado de la línea.
–Hola, ¿aún sigues ahí? –pregunta Verónica al darse cuenta que habló casi dos horas seguidas sin considerar a su escucha, que no interlocutor.
–Sí, te sigo escuchando. ¿Ya te vas a acostar? –le pregunta Leonardo, quien había escuchado con interés y asombro pensando ...
... reiteradamente “Esta niña tiene necesidad de hablar”.
–Acostada estoy, ya metida en la cama y con mi mameluco puesto. ¿Tú ya te pusiste el pijama?
–No, yo duermo desnudo –responde Leonardo y se da varios jalones frenéticos en el tronco de su miembro imaginando que tiene a Verónica enfrente.
–… –Ella queda en silencio y Leonardo piensa que escuchó los chasquidos que causó el prepucio en su viaje.
–¿Bueno? ¿Ya te dormiste? –pregunta procurando que no se note la falta de aire en su voz y suspende la paja absteniéndose de jalar una profunda bocanada de aire.
–No, sólo pensaba… –dice ella en tono enigmático.
–¿Qué pensabas? –pregunta Leonardo, seguro de que Verónica identificó los chasquidos.
–En que me gustaría que la Luna fuese espejo para verte y saber qué haces… –llevando su mano a la vulva al deducir las acciones que obligaban a su interlocutor hablar tan cortadamente.
–Lo sabes, hablo por teléfono con una mujer muy hermosa y te invito a que el sábado nos vayamos a comer a la salida del curso –dice Leonardo para cambiar la dirección de la plática.
–¡Uy, no puedo!, quedé de comer con un amigo en su casa y no sé a qué hora terminemos –aclara ella.
–Bueno, si para el domingo ya te desocupaste de esa visita, podemos vernos –insiste Leonardo con tono de “ya sé qué van a hacer”.
–Ja, ja, ja, no es lo que tú crees, pero no sé a qué hora regrese ni en qué estado, a él le gusta la bohemia y esas reuniones se ponen muy alegres. Yo voy a cooperar con un platillo. ...