1. Siracusa


    Fecha: 05/11/2024, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    ... compartido de convertirnos en charquitos.
    
    El barbudo se despertó besándome suavemente. Como siempre, regresaron las imágenes y las sensaciones, volví a pensar en lo poco de vida compartida que habíamos tenido. No me podía quitar de la cabeza de lo que hubiera sido estar juntos pero no me atrevía a decirle que no compartía su certeza de que “no puede haber dos locos en una pareja”.
    
    Y tu piel sigue oliendo a casa, maldito.
    
    Casi eran las 6 de la tarde. Afuera, la luz empezaba a disminuir, llevando con ella el calor sofocante de este agosto siciliano. Me dirigí hacia el baño y pasé delante del cuarto del rubio. Había dejado la puerta abierta y era obvio que nos había escuchado tirar. Fuera del aire acondicionado, el departamento también carecía de cualquier posibilidad de intimidad acústica. Me paré un rato para mirarlo. Estaba echado boca arriba, se había quitado el polo y las lentes. Tuve que resistir a la espontaneidad de ir a abrazarlo y darle besos para despertarlo con cariño. Sentí un ligero escalofrío en la espalda, en realidad, tenía unas ganas irreprimibles de tocarlo y pegarme contra su pecho.
    
    Ducha, fría. Calzón, negro. Vestido, negro. Sin sostén. No sirve, fuera de esconder los pezones siempre erguidos que reinan sobre mis pequeñas tetas – “Que caben perfectamente en la palma de la mano”, dicen.
    
    Salimos buscando dónde tomar algo y comer en las callecitas del centro histórico. Caminaba detrás, mirando al barbudo y al rubio avanzar en la muchedumbre y ...
    ... las luces, ya quería que fueran míos juntos. Trataba de contener mi necesidad de contacto físico, temía que no fuera apropiado.
    
    Somos amigos, claro.
    
    El plan que había expuesto el barbón era: salir, festejar, conversar, divertirnos, emborracharnos, disfrutar de la noche, el resto es “extra”. Ya.
    
    Encontramos un bar donde sentarnos y nos alegramos con la generosidad de las copas de vino. Me hubiera gustado poner mi mano en el muslo del barbudo mientras estábamos sentados, pero sólo me atreví a poner mi pierna contra la suya, con una presión suave. Me gustaba sentirlo cerca, hubiera querido que nos congeláramos así para siempre.
    
    Si supieras cuánto te extraño.
    
    Conversamos bastante y nos reímos mucho, son amores estos dos chicos. A cada minuto me gustaba más y más el rubio, quería tomarle la mano o tocarlo, darle una señal para que sepa que a él también le tenía ganas, pero no me atreví tampoco. Tenía la sensación de que se estaba estableciendo un equilibrio entre los tres. Era una intimidad compartida y efímera, sólo para este par de días, pero me daba miedo ir demasiado rápido y que el uno o el otro saliera de este triángulo naciente. Qué pena hubiera sido, ahora que imaginaba los mejores escenarios para el final de la noche.
    
    De copas de vino pasamos a cocteles en un bar con música electrónica. Encontramos a un par de alemanas amables y que estaban muy borrachas, una flaca y una más gordita, se veían más jóvenes que nosotros, unos 25, por ahí. Eran sonrientes y ...
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