Siracusa
Fecha: 05/11/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... bullosas, me cayeron bien, aunque no entendía lo que les estaban contando el rubio y el barbudo, cuya mirada viva acompañaba el flujo continuo y entusiasta de su voz ronca. Me pregunté si él también se las estaba imaginando a cuatro patas con sus falditas de verano levantadas por la cintura en el sofá del departamento, porque a mí no me costó mucha imaginación tener esa imagen nítida de estos dos culos blanquitos ofreciéndose a quién fuera que los quisiera cuidar. Es otro rasgo que compartimos, el gran talento de imaginar a cualquier persona desconocida en la posición más obscena que sea – imagínense el infierno cotidiano: que sea un viaje en metro o una reunión de trabajo aburrida, es un esfuerzo de cada instante para no terminar en el baño masturbándose cada dos horas.
Estas dos chicas me hubieran cambiado un poco los planes, pero no me iba a hacer la celosa, teníamos suficiente morbo para contagiar a dos más, sin problema. Las tetas de la más carnosa daban saltitos cuando se reía, como si hubieran querido escaparse del encaje que las apretaba y se dejaba adivinar. Tomando un sorbo de gin, me imaginaba sacándolas de sus nidos respectivos y dejándolas expuestas a las luces de la noche, para que el rubio y el barbudo las agarrasen y las mamasen. Sonreí, me quedé educada y amable, tratando de comunicar con ella con algunas palabras de inglés.
Si vieras las imágenes que tengo en la mente, tontita…
Mientras me perdía en mis fantasías, no me di cuenta de que habían ...
... decidido cambiar de sitio y alcanzar un callejón que habían conocido el día anterior, famoso para sus bares y repleto de gente. Terminamos los tragos y nos fuimos, seguidos por las alemanas y sus risitas. Trataron de conversar conmigo, buscando mi aprobación acerca de la belleza de los italianos con un castellano aproximativo. Cuando cruzamos un grupo de cuatro chicos morenos y con acento a pasta con pesto, obviamente se dieron la vuelta y les siguieron. “Ciao tetas”, pensamos los tres.
Nos sentamos en unas gradas del callejón en medio de la gente, el rubio y el barbudo estaban en lo que llamaban su “viajecito” suave de drogas, a penas para estar despiertos y sentir las cosas como si todo fuera muestras de nubes. Pedimos otros tragos antes de que cerrase el bar más cercano, prendimos un pequeño que tenían e impuse una cumbia villera que llevaba hace días en la cabeza. El rubio, sentado a mi lado, se iluminó: “Es exactamente lo que necesitaba”. Noté que me miraba con más intensidad y que me hablaba más cerca, ya se estaba despejando un poco su timidez. Su pierna estaba claramente contra la mía mientras conversamos. Creo que el barbudo se dio cuenta y se quedó quieto a mi otro lado “disfrutando del viaje”. Se desprendía del rubio un equilibrio perfecto entre deseo ligero y ternura, lo quería besar. Sus rizos ondulaban en las luces del callejón cuando se reía con mis bromas. Era guapo, era tierno y sentía que mis ganas eran compartidas. Ya era tiempo de regresar al horno de ...