Siracusa
Fecha: 05/11/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... departamento que alquilábamos.
Son las 5 de la mañana y siento todavía el chorreo amargo de la coca en mi garganta.
Hacía un calor infernal en la sala. Los chicos se quitaron los polos y prendieron los ventiladores. Me dejé caer en el piso de mayólica buscando algo de frescura mientras el barbudo empezaba a prepararse un porro, sentado en un sillón. Miradas cómplices entre nosotros dos, compartíamos las mismas expectativas. El rubio regresó a la sala con una botella de agua y se sentó a mi lado, mientras le pedía al barbudo que me haga un cigarro. “Te hago un cigarro si le das un beso al rubio”, me contestó.
Ay, tú…
“No hace falta que me hagas un cigarro para que le bese”, le dije, dándome la vuelta para encontrar los labios sonrientes del rubio.
Allí estamos.
Fue un beso compartido, esperado, rico y ardiente. Yo llevaba mucho tiempo sin besar a alguien por primera vez. Sonreímos, disfrutando de cómo desaparecía la vergüenza y la timidez. El barbudo había abierto el sofá negro en L y estaba cubriendo el cuero sintético metódicamente con una sábana blanca que había robado en la habitación más cercana. “Para estar más comoditos”, dijo, al darse cuenta de que le estábamos mirando con curiosidad. La escena parecía irreal, entre la sábana que contrastaba con todo el resto, con su color blanco limpio y puro y su olor a florcitas de detergente, y la dedicación del barbudo, porro en la boca, para armar esta cama gigante.
El rubio permaneció sentado en el piso, ...
... mientras el barbudo retomó su sillón. Me instalé en el sofá cama, sentada con las piernas extendidas, los brazos abiertos y apoyados en respaldo, regia. Me sentía como una santa en su altar o alguna cosa sagrada parecida. “¿No tienes calor, Bellota? ¿Por qué no te quitas el vestido?”, me preguntó el barbudo, buscando un encendedor en la mesa baja como si no pasara nada. De repente me agarró el pudor por la presencia del rubio, aunque le tenía ganas, no sabía hasta donde hubiera aceptado llegar. Tenía calor obviamente, era demasiado excitada y a la vez tenía miedo de que todo se cayera a pedazos con un solo gesto mío. Sonaba una cumbia electrónica, lenta y mareante, miré al barbudo en los ojos. Abrí el cierre que estaba en el costado de mi vestido, dejando adivinar la curva ligera de mi teta. Me dejé caer más en el sofá y subí mi vestido corto por mis piernas, se veía todo mi calzón. El barbudo ya se mordió el labio inferior al mirarlo mientras el rubio estaba disfrutando de sus últimos segundos de duda acerca de lo que iba a suceder, tratando de enfocarse en lo que estaba fumando antes que lo interrumpiese.
“Rubio, súbete en esta nave gigante, por favor, quiero abracito…”
Me agaché hacia él para recogerlo y atraerlo con un beso. Se subió a bordo con mi lengua buscando la suya. Nos abrazamos con fuerza sin que parara el largo beso, sentía sus manos que recorrían mi espalda, apenas se atrevía a tocarme las nalgas. Pero desde la mañana le tenía unas ganas que le iban a ...