Jugando al escondite
Fecha: 14/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: MathewDream, Fuente: CuentoRelatos
Recuerdo una chica, de melena rubia, menuda, delgada y con unos bonitos ojos verdes, con la que solía quedar hace años. Cuando empezamos a vernos ella acababa de cumplir 18 y yo tenía solo 3 más que ella. Su juventud se notaba en la forma de comportarse, sin tomarse nada en serio. Siempre saltando, riendo, bromeando y pensando que hacer para divertirse. Le encantaba revivir los juegos de su infancia.
María nunca se había acostado con ningún chico. Decía que no estaba preparada, y a mí… bueno, aunque me dejó claro que tendría que esperar, hubo un día en que hablando sobre el tema, le dejé claro que meterme en la cama con ella era algo con lo que soñaba a menudo. Le dije que no iba a estar mencionándolo constantemente, así que decidiría ella el momento. Le pareció bien la idea.
En nuestros encuentros, a veces hacíamos bastantes cosas juntos, y en lo que se refería a “cosas intimas”, todo consistía en encontrarnos a veces para estar solos y besarnos durante un rato, compartiendo caricias y algunas palabras cariñosas. Cuando ella me notaba muy acalorado, apenada de no estar preparada para avanzar un paso más, se dejaba hacer algunas cosas (supongo que no sabía que servían precisamente para calentarme aún más).
A veces subíamos a su cuarto, quitábamos todos los muñecos de peluche de la colección que tenía encima de su cama y se tumbaba, luego se levantaba la camiseta y se quitaba el sujetador para dejar que probara sus pechos durante un rato. Yo lo hacía con cuidado, ...
... intentando que también le gustara a ella, saboreando sus pezones, que a pesar de tener delantera bastante generosa, eran pequeños y se endurecían con facilidad. En ocasiones no podía dejar de intentar acariciar sus piernas y subir con cuidado la mano hacia su sexo, pero me paraba siempre antes de que pudiera llegar a él o apretaba fuerte las piernas para negarme el acceso.
Mi amiga tenía un escote y un cuello muy sensibles a los besos y disfrutaba mirándome y acariciándome mientras recorría con mi lengua toda la parte superior de su cuerpo. Que la besara en el ombligo la hacía reír, y que mordiera con cuidado sus pezones la excitaba bastante, así que llegaba un momento en el que tenía que pararme para no sucumbir a sus instintos y, como le daba vergüenza decírmelo, para poner fin a aquellos peligrosos instantes se ponía a jugar y hacerme cosquillas hasta que la distracción enfriaba las cosas. Así, con el tiempo y estos pequeños juegos, María iba queriendo adentrarse poco a poco en el sexo.
Recuerdo que un día encontró uno de mis cuadernos de fantasías y relatos y después de hojearlo me pidió que se lo dejara para un viaje que iba a hacer en verano.
Mientras estuvo de viaje hablábamos por teléfono todas las noches y me preguntaba sobre cosas que había leído y despertaban su curiosidad. Terminó el cuaderno en solo unos días, porque al parecer se aburría en las vacaciones con sus padres y tenía mucho tiempo libre que dedicar a la lectura.
Cuando volvió y me trajo de ...