Negra
Fecha: 16/11/2024,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... indicó.
La limpié a conciencia, a una conciencia muy muy sucia… Después de lamer, volví a succionar sus labios, pero cuando quise usar los dedos, ella no me lo permitió.
— Las manos quietas, si no… tendré… tendré que atarte —me previno entre jadeos.
Y como un esclavo obediente, llevé ambas manos a la espalda y continué comiendo entre sus piernas igual que un perro. La besé ahí abajo de la misma forma en que la habría besado en la boca, y eso la desesperó tanto que deseó por un momento tener una lengua también allí para entrelazarla conmigo.
En ese momento, yo era el responsable de llevarla al orgasmo. Labor que cumplí con determinación, prodigando lengüetazos por toda su intimidad, sin olvidar ni siquiera su ano, alternando luego entre éste y el clítoris para arrastrala al borde del delirio.
Yoana se puso tan frenética que a punto estuvo de arrancarme un mechón de pelo, y todo sin dejar de frotar su ardiente y pringosa vulva contra mi rostro. Miró luego hacia abajo, buscando resarcirse en mis ojos, pero yo la lamí con más fiereza que sumisión. No quería perderse nada… Y finalmente, la que perdió fue ella. Estalló en un orgasmo de locura, quizá el más intenso de su vida. La ...
... sofisticada señora me empapó la cara con sus fluidos, cosa que no me importó lo más mínimo. Para entonces, yo estaba más allá de los límites de la locura. Más allá de todo…
Entonces gritó. Estoy tan seguro de que gritó como de que se apoyó en la mesa estremeciéndose de la cabeza a los pies. Luego jadeamos como perros, sin dejar de mirarnos.
Tras la cena de Navidad, la negra estuvo dos semanas sin hablarme, rehuyéndome. Según ella misma me explicó cuando insistí en que me contara qué demonios pasaba, se había ofendido por que la hubiese follado por el culo. Al parecer, Yoana estaba convencida de que me había aprovechado de que iba bebida. Yo dudaba de la veracidad de su indignación a posteriori, pero le pedí disculpas e hicimos las paces.
Poco a poco, Yoana fue bajando el ritmo de trabajo, pues finalmente no habría juicio. Gracias a la estrategia de defensa de aquella negra, la farmacéutica logró un acuerdo con los demandantes y el Cloxilib se retiraría del mercado. El gerente se mostró tan magnánimo que le regaló a Yoana un viaje a Nueva Zelanda.
Por mi parte, nunca supe que me resultaba más gratificante, si ver a mi jefe babear tras Yoana cada mañana, o verla a ella salivar cuando me la chupaba.