Euterpe y Tauro (1)
Fecha: 27/10/2018,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... allá; pues bien, la diva hizo intención de pasar hasta allá, a través de los espectadores que mediaban entre ellos, pero él se levantó rápido, saliendo a su encuentro, entre la curiosidad, por no decir asombro, de la próxima concurrencia. La mujer quedó en el pasillo, esperándole, y cuando por fin el joven estuvo a su lado, le pasó un brazo por el cuello para besarle en la mejilla, diciéndole, en francés, claro
—Muy amable caballero; muy gentil usted, caballero… ¿Español?…
Gallardo afirmó con la cabeza y la Gaenva se separó de él, tornando al escenario… Pero aquello fue lo que a Juan Gallardo le faltaba para quedar más que fascinado por tan bella mujer, amén de tan tremendamente simpática… Y, en un arranque de pasión, “soltó” a monsieur Perrín
—Monsieur Perrín, necesito una joya digna de una reina, de una diosa; y la necesito ya. Cueste lo que cueste, pero la preciso ahora mismo, esta misma noche
—¡Oh, mon Dieu! ¡Mon Dieu!¡”C'est trés difficile”!¡Es muy “difisíl” lo que usted “quiegue”, monsieur Gallagdó! ¡”Tout est fermé”! ¡Todo “seggadó”, monsieur Gallagdó!
—Y para qué están los amigos, monsieur Perrín. Seguro que tendrá usted algún amigo…algún buen amigo joyero que, seguro, atenderá su ruego. Mueva sus amistades, monsieur Perrín, sus influencias… Le quedaría muy, pero que muy agradecido. Y por el precio, no se preocupe; usted lógreme ese favor, que yo sabré agradecérselo cual merece
Y el franchute, ante el brillo del “vil metal”, se puso manos a la ...
... obra, aunque rezongando por las extravagancias de “monsieur Gallagdó”. Tomó su móvil, marcó un número y estuvo hablando un rato, para, finalmente, colgar y decirle al joven que, por unos días, era su pupilo
—Ya está, Monsieur Gallagdó; mon ami, monsieur Dunant, joyegó, le t(rg)aegá lo que quiegue. Pego, segá muy, muy, “cagó” Mucho, mucho dinegó…
—Perfecto, monsieur Perrín. No se preocupe; mañana se le reembolsará lo que sea. No se preocupe usted por eso
Pasaron como cuarenta minuto, puede que más, y “monsieur Perrín” recibió un llamada a su teléfono móvil
—Ya está aquí mon ami, monsieur Dunant, con lo suyo. Nos espega fuegá
Tiempo faltó a Juan Gallardo para salir volando hacia la entrada del teatro. Desde luego, la joya era una maravilla en belleza y elegancia; un conjunto de collar y pendientes en perlas negras, naturales, con los zarcillos largos, en colgante, y la perla trabajada en lágrima; pero tampoco era baladí el precio que le sacaron; iba a decir que un ojo de la cara, pero mejor sería decir que le dejaron tuerto de los dos. Pero ya se sabe, quién algo quiere, algo le cuesta, amén de que, “sarna, con gusto, no pica”, y ya lo creo que Juan Gallardo quería esa joya como nunca deseó nada en su vida, pues en ella cifraba sus esperanzas de pasar la noche con tan bella mujer entre sus brazos, refocilándose, bien refocilado, con semejante hembra humana
Esperó al final del espectáculo y salió escopeteado hacia el camerino de la estrella, bien pertrechado de la ...