El señor taxista (01)
Fecha: 17/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Jcasf, Fuente: CuentoRelatos
... otra vez, pero esta vez ella no perdió el control, sorbió un poco su refresco acabándoselo.
Nos pusimos a charlar un poco, tenía una voz sensual, ligeramente ronquita, el tipo de voz ideal para una locutora de programas de madrugada, de esos que los taxistas solemos escuchar. Ella realmente estaba sola, además de su enamorado y tal vez unos tíos lejanos que apenas conocía, no tenía a nadie más en el mundo. Y el enamorado era una joyita, la sacó de su zona, la trajo y luego de endulzarla con buena calidad de vida la empezó a maltratar, humillarla, a ella le tocaba soportar todo por depender de él, pero hoy, en su cumpleaños número veintidós, se había cansado por otra obvia infidelidad (puede que algo más) y había decidido dejarlo por fin.
Sentí verdadera lástima por la joven y me hubiera gustado continuar charlando, sin embargo, la cabeza me martillaba un poco, estaba cansado y deseaba terminar mi jornada, hasta pensé en renunciar el cobrarle el servicio de transporte a Juliana e irme a descansar.
—Bueno amiga mía, tengo que dejarte en un lugar para que puedas seguir con tu vida.
—No tengo donde ir.
—¿Si regresas con tu enamorado? ¿tal vez conversando las cosas se arreglen? —me sentí mal inmediatamente después de haberle sugerido esto, a ella pareció dolerle también.
—No puedo hacer eso —me dijo— por favor señor taxista déjeme dormir en su carro, o ayudarle en su casa, sé cocinar y puedo cuidar a sus hijos, pero no quiero regresar con ese ...
... hombre.
—Mira, iremos a mi casa, te llevaré para que te abrigues y puedas descansar un poco, pero debes prometerme que cuando amanezca contactarás con alguno de tus tíos y reharás tu vida.
Ella saltó hacia adelante y rodeando mi asiento me abrazó, agradeciéndome el detalle.
Manejé charlando con ella, que parecía estar de mucho mejor ánimo. Llegamos al condominio donde vivo y aparqué el vehículo. El cielo empezaba a aclarar, abrí su puerta y la ayudé a bajar. Vamos, era una joven de buena talla, los zapatos de tacón la hacían ver aún más alta, claro que estaba lejos de mi altura (mido metro ochenta). Al estar sentada la falda del vestido rojo se le había subido hasta por encima de los muslos, y pude distinguir un poco de su tanga, también roja y de encaje, muy sensual.
Me quedé parado mirándola, sus ojitos seguían hinchados por el llanto, pero esa carita de boca pequeña me pareció aún más bella que cuando la vi al momento de hacerla subir a mi nave. Ella me levantó una ceja, como esperando la indicación de hacia dónde ir, haciéndome volver a la realidad.
—Mi departamento queda arriba, en el último piso de este edificio —le dije señalando uno de los bloques.
—¿Hay ascensor?
—No, lo siento, son edificios algo viejos, pero son solo cinco pisos —le contesté un poco avergonzado.
Ella pareció arrepentirse de su pregunta y me sonrió coqueta, agachándose un poco y sacándose los zapatos de tacón, empezando a caminar descalza. Viendo su verdadera talla era pequeña y ...