1. El señor taxista (01)


    Fecha: 17/11/2024, Categorías: Hetero Autor: Jcasf, Fuente: CuentoRelatos

    ... graciosa.
    
    —Tranquilo señor taxista Simón, yo solía subir árboles en la montaña, verás que soy fuertecita —dijo, flexionando su fino brazo.
    
    —Pues vamos —le dije— apoyándole mi mano en uno de sus hombros para guiarla. Pese a haber comido y tomado un poco de refresco ella seguía tambaleándose, supongo que consecuencia del alcohol.
    
    Subimos las escaleras de a pocos, ella me contaba dando saltitos (mostrándome sus bellas piernas) y haciendo aspavientos que de pequeña solía sacar frutas de los árboles, y que su vida en el campo no había sido realmente mala. De pronto se había vuelto muy expresiva, por lo que me mantenía alerta de que pueda caerse y lastimarse. En uno de esos momentos, mientras ella estaba un poco más arriba que yo, por agarrarla temiendo que caiga le terminé tocando el culo, y por un solo instante pude sentir la redondez y suavidad de sus nalguitas, con el toque necesario de dureza que le daba forma, la costura de su ropa interior. subí de inmediato mi mano y la volví a apoyar en la espalda. Ella volteó abriendo mucho los ojos y me sonrió.
    
    —Espero que te haya gustado lo que tocaste —me dijo muy coqueta.
    
    —Disculpa, fue por accidente, no saltes tanto, te puedes caer.
    
    —¿Entonces no te gustó?
    
    —No es eso.
    
    —¿Cuántos hijos tienes?
    
    —No tengo hijos, soy viudo —ella cambió de cara.
    
    —Disculpa, no sabía.
    
    —De eso ya ha pasado buen tiempo, no les des importancia, aquí es —dije señalando mi departamento.
    
    Abrí la puerta del departamento, pues ...
    ... acabábamos de llegar, y la dejé ingresar a la sala, le señalé el sillón e ingresé al baño. Mi mente bullía de ideas, pues hacía buen tiempo que no metía a una mujer a mi casa. Entre miles de ideas me quité la ropa y me duché, que era lo normal cuando volvía a casa. Al salir del baño la dama estaba un tanto acurrucada en el sillón, parecía dormida. Me sentí culpable por no haberle alcanzado una manta o algo. Ingresé a mi cuarto y cogí una cobija, retornando a la sala. Allí estaba echada de costado, tenía las piernas recogidas y eso había hecho que su vestido quedase mucho más arriba que sus muslos, mostrando todo el culito, cubierto por un diminuto hilo rojo como tanga. Trague saliva.
    
    —Niña quítate esa ropa mojada, te vas a enfermar —le dije, deseando poder ver aún más, sin recibir respuesta, aunque realmente estaba humedeciendo el sillón.
    
    Me plantee el dejarla ahí y simplemente cubrirla con la cobija. Pero mi verga ya estaba llenándose de sangre. Yo estaba vestido únicamente con una toalla envuelta en mi cintura, así que, si permitía que se me terminara de parar, seguramente la pinga se me asomaría entre la toalla. Ella era una belleza y yo no quería esperar más, pero quería que, si surgía algo, surgiera de manera normal, hasta casual, por lo que finalmente el morbo ganó, e intenté despertarla.
    
    —Vamos despierta, te ayudaré —le dije, con una pizca de lujuria.
    
    La senté como pude, ella entreabrió los ojos, haciendo un puchero, le repetí que su ropa estaba mojada, que ...
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