Estrené a una Testigo de Jehová (I)
Fecha: 19/11/2024,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Omar89, Fuente: CuentoRelatos
... monaguillo”. Pensamientos de este tipo tenía mientras me cambiaba y me metía en la piscina, cuando Alicia apareció por la puerta con un bikini azul, como sus ojos. “Sólo por esta imagen ha merecido la pena haber traicionado parcialmente mis convicciones”, pensé.
Alicia tenía unos pechos medianos, pero se veían hermosos ante la blancura de su piel. Las piernas eran largas y bonitas, y su culo rellenaba aquella braguita que se metía entre descuidos entre sus nalgas. Si ya me excitaba verla vestida tan recatada, verla medio desnuda podría provocarme una corrida. Pero quería aprovecharla. “Eres preciosa, Alicia”, le dije mientras bajaba por la escalerilla hacia el agua. “Gracias”, dijo algo tímida, “tú también eres muy guapo”. Seguíamos hablando mientras observaba cómo su larga melena rubia se extendía por la superficie del agua. Debía rematar aquello: “Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has apresado mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!”, le dije, recitándole tal pasaje de El Cantar de los Cantares.
Viendo que sonreía mientras se ruborizaba, me lancé hacia ella besándola y apreté su cuerpo contra una de las paredes de la piscina. Ella se encontraba muy excitada, quizás nadie le haya recitado la Biblia para seducirla, y me correspondía en aquellos besos. “Ahora soy tu novio”, le dije, ...
... “repítelo”. “Eres mi novio”, dijo mientras continuaba con los besos. Empecé a acariciarle los pechos, hasta que le arranqué la parte superior del bikini. “Oye”, me dijo mientras jadeaba, “soy virgen”. “Y a mí me gusta que así sea, que te hayas reservado para este día”, le contesté, cada vez más excitado. Con fuerza, le arranqué la braguita y le enseñé mi miembro viril. “Espera, espera, esto está yendo muy deprisa”, me dijo Alicia mientras se apartaba. “¿No te apetece hacerlo?”, le dije. “Sí, me apetece, pero creo que antes de rebelarme contra mi fe y mi comunidad, deberíamos esperar a que la ocasión fuera más bonita, no en tu piscina. Una ocasión más íntima”, me respondió.
“Demasiado bueno para ser verdad”, pensé. “Bueno, Alicia, si es lo que quieres te respetaré. Sé también que el sexo prematrimonial es pecado, pero creo que Dios nos perdonará si esto no es fruto de una mera lujuria, sino del amor”, le dije. Ella pareció contentarse con esa respuesta y se abrazó a mí. Tener a aquella hermosa chica virgen pegada a mi cuerpo aumentaba mi excitación. Debía hacer algo con aquello. “Déjame tu mano”, le dije mientras me sentaba en las escalerillas de la piscina y se la agarraba y la colocaba sobre mi pene. “Esto es como tener sexo, pero sin perder la virginidad”, le dije, “nadie, salvo tú y yo sabrá lo que ha pasado aquí”. La mano de Alicia era inexperta, pero esa inocencia me parecía excitante. Así mismo, la suavidad de aquellas manos lograba endurecerme la polla más y más. ...