1. Clases de verano con Sarita 3


    Fecha: 28/10/2018, Categorías: Anal Masturbación Primera Vez Autor: predatorgapes, Fuente: xHamster

    Llegamos al club de tenis cuando tan solo pasaban un par de minutos de las nueve. Seguí a Sarita al interior y me acomodé en una de las gradas cerca del terreno donde ya la esperaba el instructor. Antes que ella, habían llegado otra chica más y un par de chicos que, aunque no los conocía, me sonaba haber visto alguna vez por el pueblo.Al entrenador no lo había visto en mi vida, un chaval como de mi edad, aunque más apuesto, rubio y con un cuerpo de atleta de los que crean envidia. Supe más tarde que venía de un pueblo cercano, y que era jugador semiprofesional. Daba clases en los clubs de alrededor para sobrevivir mientras esperaba que llegara su gran oportunidad y triunfar en un torneo importante.Sarita, como siempre, ofreció sentidos abrazos a sus compañeros. Los chicos la saludaban entusiasmados, con una mirada inconfundible que ya había visto un millón de veces en las calles del pueblo. Estaban locos por ella, y seguían de cerca cada afable gesto y cada grácil movimiento de la joven.El instructor se me cruzó desde el primer instante en que lo ví, el típico pijo que se cree que el mundo entero gira a su alrededor. Paseaba su apariencia con arrogancia, como si cada movimiento que se m*****aba en hacer mereciera ser inmortalizado por un escultor griego de la antigüedad. Y por no hablar de lo largas que tenía las manos. Por alguna extraña razón, las chicas necesitaban, más que los chicos, que el pavo se pegara a ellas por detrás para enseñarles toda clase de posturitas; la ...
    ... cintura por aquí, otra pierna por allá, levanta el pecho, estira el brazo…Me acordé de cómo Sarita había salido de casa esa mañana, sin ropa interior. Seguro que el tío sobón se dio cuenta rápidamente de que no llevaba sujetador, acariciando sus costados de arriba abajo desde sus axilas hasta su cintura. Y arrimaba su paquete al culo de mi adorada estudiante de una manera que, sin dudarlo, podía sentir el hueco que se formaba entre sus respingonas nalgas, sólo cubiertas por unas muy ajustadas mallas y una ligera faldita.Un ardiente sentimiento de celos me invadió, y me sentí como un imbécil. Ni siquiera había pasado nada con ella, técnicamente, simplemente era una alumna y yo su profesor de pega. Apenas habíamos compartido un par de momentos que, aunque fueron muy íntimos, se encuadraban dentro de un contexto muy particular y excusable.Intenté calmarme observando el entreno, en la medida que me fue posible. Ese energúmeno seguía a lo suyo, soba por aquí y soba por allá, y aunque puede que todo tuviera sentido y fuera necesario, porque al fin y al cabo yo no tengo ni puta idea de tenis, me pregunté hasta qué punto tanto tocamiento era denunciable.Pero para ser completamente honesto, las chicas no parecían m*****arse, y se tomaban sus instrucciones con total normalidad. Si cabe, creo que incluso les gustaba la osada dedicación de su entrenador. No paraban de reírse bobamente con cada cosa que él les hacía, y coqueteaban con él, halagadas por las atenciones que ese chico mayor les ...
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