Mis odiosas hijastras (5)
Fecha: 28/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... que se quedara tranquila.
Pero era una verdad a medias. Si bien Sami ya estaba en edad de ver esas películas, Sami aún me parecía muy pequeña
.
Aunque eso se debía más que nada a su actitud algo infantil. Por otra parte, eso no pareció molestarme cuando metí mano en ella, como así tampoco me detuvo cuando acaricié su rostro hermoso. Doble moral le dicen algunos. Era cierto lo que decía la pequeña. Esa noche iba a suceder algo fuera de lo común. Por momentos hasta me daba alegría haberme enterado de que Mariel me había metido los cuernos, porque gracias a eso no tenía tantas trabas éticas que me hubieran impedido pensar seriamente en cogerme a alguna de sus niñas. Pero, aunque por un momento pensé que Sami sería una de las protagonistas de la escena que esperaba que se desarrolle dentro de algunas horas, ahora todo indicaba que era la mayor de las hermanas la que había hecho suficientes méritos, no solo para calentarme, sino para hacerme sentir lo suficientemente seguro de tirarme a la pileta. Primero lo de advertirme de los cuernos de mi mujer, después lo de palparme la verga en medio de la oscuridad, y ahora esto. No había forma de que la idea de meterme adentro de la princesita se me fuera de la cabeza.
No obstante, estar a solas con Sami resultaba peligroso. Mi excitación era tan grande, y se había gestado desde hacía ya tanto tiempo, que ahora me encontraba en ese peculiar estado en el que a veces caemos los hombres. Me refiero a ese estado de calentura tan ...
... grande, que podemos llegar a desquitarnos con la primera que se nos cruza en el camino, incluso si no nos sentimos atraídos por esa persona. Y Sami sí que me atraía. Si mi pequeña hijastra me seguía mirando así, iba a ser algo muy riesgoso. No pude evitar desear que ojalá fuera Agos la que se encontrara a solas conmigo en ese momento. De ser así, podría comerle la boca sin miedo a sentirme rechazado.
—¿Volvemos? —dijo Sami.
Me alegré de que ella haya tenido la inteligencia de cortar con ese momento tan tierno, que fácilmente podía haberse convertido en otra situación erótica. Ahora que había descubierto que la mujer misteriosa era Agos, me daba cuenta de que lo que hice con Sami había sido mucho más riesgoso de lo que había imaginado. Era hora de empezar a utilizar las neuronas. Debía concentrarme en la princesita y dejar de tontear con la linda rubiecita. Por más que se mostrara cariñosa conmigo, era demasiado pequeña, y quizás no se percataba de lo que podía generar su actitud. Si le hacía a ella lo mismo que le había hecho a Agos, era muy probable que me metiera en serios problemas.
—Dale, vamos —dije.
Cuando me dio la espalda, aproveché para asegurarme nuevamente de esconder mi erección. Por suerte ya no la tenía tan tiesa como hacía unos minutos, aunque la hinchazón era notable.
Al llegar a la sala de estar, lo primero que hice fue observar a Agos. Ella desvió la mirada de manera algo torpe, lo que me pareció divertido. Fingió que recordó algo que debía ...