1. Las fantasías de William (capítulo siete)


    Fecha: 01/12/2024, Categorías: Gays Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos

    Regresando al pueblo bajando de la guagua, me encontré con William que como de costumbre andaba de cacería en el parque.
    
    - ¿Qué bolá ese culazo? - Fue su saludo, William siempre andaba con las ganas de singar.
    
    Nos sentamos un rato a hablar, le conté un poco de las travesuras en la capital con Ramiro y con Roger. Sonrió dándome unas palmadas por el hombro como aprobando aquella tormenta, lo que más le gustó fue que Ramiro me había hecho mamarle la pinga al guarda del hotel.
    
    - ¡Cojones, estoy orgulloso de lo que haces! Eres el mejor mariconazo que he tenido. - Me dijo eso mientras se manoseaba el pingón, era otra de las cosas de él, el constante manoseo de su pinga. - ¡Mira, tengo un cuadro apalabrado! ¡Vamos tú y yo!
    
    Le dije que me diera un tiempo para llegar a la casa y que regresaría dentro de una hora. Por raro que pareciera me dijo que sí, que dentro de una hora no veíamos allí y que me preparara bien porque la singueta iba a ser buena como a mí me gustaba. Él sabía amenizar todo y por el mismo camino. A la hora y media estaba yo en el parque, William al parecer había ido a su casa porque se había cambiado de ropa. Cogimos rumbo a la salida del pueblo y antes de llegar a los palomares, así le decían a las casas prefabricadas porque eran feas y de verdad que parecían palomares. Tocó en la puerta de una casa, de esas antiguas con puerta enorme, y al rato la abrió Roly o Rolando, un bugarrón conocido en el pueblo que ya pasaba de los cincuenta y pico pero que se ...
    ... conservaba bien, excepto el pelo que se lo pintaba de negro y eso sí le quedaba fatal. Nunca había tenido nada con él, aunque sí habíamos intercambiado alguna que otra vez miradas lascivas pero nunca habíamos llegado a nada y al parecer había llegado el momento, eso fue lo que dijo cuando entramos y William nos presentó.
    
    - ¡Pues llegó el momento de que yo te dé la entrada de pinga que te debo!- me dijo Rolando.
    
    - ¡Coño, mariconazo, que todo el mundo quiere darte pinga!.- sonrió William mientras me daba una nalgada.
    
    La casa de Rolando era grande y vivía solo, ya habían llegado dos que estaban en la cocina sentados con sus tragos de ron y fumando, El Nene y Héctor, a los dos ya los conocía de cuando estudiaba pero no sabía que estuvieran en el bando nuestro. Pasamos al último cuarto que era donde iba a ser la fiesta o mejor dicho la singueta. El centro lo ocupaba un potro de madera con la cubierta como acolchonada, había sillas, y mil cosas más. Empezamos a quitarnos la ropa, Rolando y William ya estaban con las pingas bien duras, la mía crecía igual. El Nene se nos unió desnudándose también. Rolando y William me llevaron hasta el potro haciendo que me acostara sobre él, las piernas quedaban en el suelo, empezaron a inmovilizarme atándome los brazos y las piernas. Me sentía algo raro desnudo, con las piernas abiertas y el culo al aire, me imaginaba que iba a pasar.
    
    William trajo a Héctor frente a mi cara para que yo le chupara la pinga, larga y cabezona no tenía otra ...
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