1. ¡Hijo, me tienes harta!


    Fecha: 11/12/2024, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    ... prefería seguir durmiendo.
    
    Por mucho que fuera suculento un coito nocturno con su bella mujer, cada vez le costaba más y, menos ganas le envolvían cuando estaba así de cansado. Se volvió a acurrucar, apretando las piernas para ahogar un poco a su serpiente y que no luchara por algo que ninguno de los dos querían.
    
    Su mujer, en cambio, seguía deseándolo y le besaba con cierta calma pasional el trapecio desnudo de su marido.
    
    —Un poco… vamos… solo un poquito… —María se sorprendía de lo ardiente que estaba, hacía muchísimo que no se sentía así, quizá desde la noche de bodas— Yo encima. No tienes que hacer nada. Te lo prometo.
    
    —María… —Manu miró el reloj de nuevo, apenas se podía creer que le estuviera pidiendo sexo a esas horas. Necesitaba dormir, al día siguiente trabajaba— Mira qué hora es. Mejor mañana, que ahora es todavía muy pronto… o muy tarde… no son horas.
    
    —Por favor… uno rápido —otro beso en el trapecio que acabó por ser el mordisco de una vampiresa sedienta. Sin embargo, Manu no reaccionó.
    
    —Cariño, mañana, te lo prometo.
    
    —¡Mierda…! —dijo con un aire malhumorado.
    
    La mujer se levantó de la cama con un calor casi febril recorriéndole el cuerpo. Su marido le preguntó con medio ojo cerrado a donde iba, pero ella levantó la mano y de forma rápida respondió.
    
    —¡A mear! ¡A ver si se pasa!
    
    Iba realmente enfurruñada, mientras atravesaba el pasillo con pasos rápidos sin importarle los vecinos de abajo. Que se quejaran si eso era lo que les apetecía, ...
    ... ella tenía asuntos más importantes entre sus piernas.
    
    Pasó la puerta de la habitación de su hijo, pensando por un segundo que seguro que él, en sus sueños, estaría haciendo las delicias de una policía muy autoritaria. Rio tontamente sabiendo la locura que era aquello, aunque… ¿Por qué no? No era su madre, solo la agente Bermúdez, que no tenía nada que ver con Javier. “No digas chorradas” se dijo al poner el pestillo del baño.
    
    Sentada en la taza y mirando su braga con una mancha más que apreciable, escuchaba el hipnótico sonido del chorro golpeando contra el retrete. Se quedó mirando a la nada con la mente en blanco. El pis la había relajado una pequeñísima parte de lo que necesitaba y ahora, estaba allí, sentada en el baño con un calentón de tres pares de narices.
    
    Casi por instinto humano, por necesidad real, miró hacia la entrepierna y ¡sorpresa! Su mano había descendido en secreto hasta una vagina que estaba empapada como cuando tenía dieciocho años.
    
    Palpó lo abultados que estaban sus labios. Una fina capa de pelo los tapaba, pero no importaba, no notarlos era imposible. Mientras la luz fluorescente la iluminaba, ella buscó con acierto lo que tanto quería. Sus dedos separaron con gracia los labios, dejando un camino sencillo en la parte superior donde un prominente clítoris duro como una roca la esperaba.
    
    —¡La Virgen María…! —suspiró al apretarlo.
    
    Con dos de sus dedos, comenzó un movimiento circular, lento y profundo. Su vagina se abría ante las extremidades ...
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