¡Hijo, me tienes harta!
Fecha: 11/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos
... entraba por la ventana y el muchacho asintió— Como no lo hagas… —en un movimiento veloz, la porra se posó con relativa fuerza en el pene del joven que estaba algo duro— ¡Ya verás! —lo quitó dejando que Javier sintiera un pequeño escozor que no llegó a doler. Añadió mientras caminaba a la salida— Me voy a duchar. Por cierto, limpia mi silla. Está mojada…
Cuando escuchó cerrarse la puerta del baño, lanzó un rápido vistazo a la silla de madera donde su madre estuvo sentada gran parte del tiempo. En el centro, reposaba un pequeño destello que se visualizaba mejor con los rayos del sol, podría haber sido sudor, pero necesitaba comprobarlo. Javier agachó su cabeza, colocándose de rodillas y acercando sus ojos para contemplarlo en óptimas condiciones.
Parecía agua, quizá sí que fuera sudor, pero estaba impregnado de ese olor que le había entrado en la nariz a la última hora. Volvió a asegurarse, porque no se podía creer lo que era, acercó su olfato tanto como pudo y aspiró con fuerza, no había dudas. Era flujo salido de una vagina, de la de su madre.
Con un temblor imparable en su cuerpo, se aferró con fuerza a la silla, quizá intentando parar una tentación incontrolable. No pudo. La lengua apareció tras sus finos labios y con los ojos abiertos hasta el punto de que se le iban a escapar, lamió las pequeñas gotas que había en la silla. Le supo glorioso y todo quedo como quería la agente Bermúdez, limpio.
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—Manu, despierta…
El sonido era muy bajo y su marido solo ...
... hizo un sonido que más parecía el rugido de unas tripas hambrientas. No parecía reaccionar. María le agitó el brazo, haciendo que la parte izquierda se moviera y el hombre emitiría un graznido bajo.
—¿Qué quieres? —todavía tenía el tono somnoliento sintiendo que ni la lengua había despertado.
—No puedo dormir. —en plena oscuridad la voz parecía un grito
—¿Qué quieres que haga con eso?
—Es que me pica… —María se frotaba las piernas, la una contra la otra sin parar, había estado así por más de media hora.
—¿Qué te pica el qué?
De haber estado totalmente despierto se hubiera dado cuenta de lo que quería decir su mujer. Emanaba un calor muy reconocible, haciendo que el roce con su piel casi fuera ardiente en aquella noche de verano. María se acercó de forma melosa, dándole un beso en su mejilla con barba de tres días y fue subiendo hasta morderle el lóbulo de la oreja.
—Me pica el coño… —le susurró tan cerca de su oído como pudo.
Su voz era un bálsamo de lujuria. Manu sintió su sangre arder, toda en dirección a un pene poco usado que le costaba arrancar como un coche viejo.
—¿¡Ahora!? —se sorprendió al ver el reloj de la mesilla que marcaban las dos de la mañana.
Ella asintió en su oído, con la anterior frase le había activado, pocas veces era tan directa y en menos ocasiones utilizaba la palabra coño, solo cuando estaba realmente cachonda. Manu se fue a girar, pero el cansancio le podía, su pene estaba a media asta y no daba signos de querer pelea, ...