Aventuras y desventuras húmedas. Tercera Etapa (5)
Fecha: 12/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos
... misma. La garganta se le había secado y trató de dar un sorbo del vino que había en la mesa, no servía para nada, seguía en las mismas.
Sus ojos no se separaban mientras trataban de pasar la comida por sus tensas gargantas. Todos los músculos estaban agarrotados porque ese era el ambiente que respiraban, pese a lo cómodo y tranquilo del lugar, ellos estaban con los nervios que les brotaban de los poros.
Lo poco que le miraba Sergio a los ojos, a Mari la volvía loca, sabía que aquella mirada ya no era de su hijo. Su pequeño al que había dado a luz hacía más de veinte años se había quedado en casa, este era otro ser, otro con el que le encantaba pasar tiempo de forma más privada.
Su mirada era un pecado y bien sabia Mari que ella también le estaba mirando con los mismos ojos. Se mojó los labios buscando más humedad en su boca, la lengua le estaba pastosa y el vino parecía acrecentar la situación. Aunque necesitaba esa copa y quizá otra, pensando en lo que rondaba en su cabeza, necesitaba todo el valor del mundo.
—Tengo que… —la mujer pensó mejor sus palabras— Debo compensar todo lo bueno que haces por mí. Has hecho mucho y yo no he hecho nada.
Aunque Mari lo decía con otro sentido, no pudo darle más doble sentido que aquel. Sergio lo entendió de la misma forma y dejó la frase en el aire sin querer contestar nada, no podía.
El joven dio un buen sorbo al vino, dejando únicamente un posó en el vaso. Había terminado su plato de macarrones y ya estaba lleno. En ...
... otro momento quizá hubiera podido comerse hasta un búfalo, pero ahora, tenía el estómago cerrado.
Mari le vio dejar el tenedor encima del mantel blanco que se manchó con una leve pizca de tomate y miró a los ojos a su hijo, sabedora que el momento tan especial se acercaba. Los labios del joven se comenzaron a mover y antes de que dijera nada, Mari ya había soltado el tenedor.
—¿Subimos?
La mujer asintió en silencio, terminando lo poco que quedaba de su vino y recogiendo la chaqueta del asiento. Con calma ambos abandonaron el lugar en un sepulcral silencio, ninguno de los dos hablaba, ni tan siquiera se miraban, solo trataban de mantener taimados sus corazones.
El ascensor parecía que no subía, los apenas treinta segundos que pasaron en su interior se hacían eternos. La tensión se podía ver, sentir, incluso oler, lo que aquellos dos guardaban en su cuerpo no era ni siquiera sano. El rostro de Sergio había tomado un tinte rojizo debido al calor que se cocía en su interior y Mari le iba a la par. Podría haber dicho que era debido al vino, pero estaba claro que el ardor que había en su entrepierna había inundado todo su ser.
Por fin el elevador se detuvo en su piso, caminaron despacio por la alfombra que amortiguaba el sonido de los tacones que manaba en cada paso de Mari. La puerta al fin estaba ante sus ojos, un portal a otro mundo el cual ambos estaban dispuestos a atravesar.
No pensaban en consecuencias lejanas, solo en el presente. Tras esa puerta, otro mundo ...