1. Ainhoa, la policía local (II)


    Fecha: 13/12/2024, Categorías: Hetero Autor: fernandobcn, Fuente: CuentoRelatos

    ... particular. Al entrar nos atendió una mujer joven, morena, esbelta y guapísima.
    
    -¡Ainhoa! ¿Qué tal? Me alegro mucho de verte. Hace tiempo que no te veía. Siempre eres bienvenida. Veo que vienes bien acompañada.
    
    -Sí, es Fernando.
    
    -Encantada Fernando, yo soy Silvia. Pasad y como si estuvierais en vuestra casa.
    
    -Encantado Silvia, le dije.
    
    Me sorprendió la acogida, muy cercana y familiar. Los primeros temores y recelos empezaron a desaparecer. Me encontraba a gusto.
    
    Pagamos nuestras entradas y pedimos unas bebidas en la barra de un pequeño bar, entrando a la derecha.
    
    El local estaba decorado con muy buen gusto. Madera en las paredes, suelo de parquet tropical, sillones blancos de piel, taburetes tapizados en piel, también blancos. Ainhoa tenía buen gusto.
    
    Aunque todavía era pronto, había algunas parejas distribuidas en esta especie de hall de la primera planta. Un par distribuidas en los grandes sillones de piel, que casi parecían sofás, y otra en la barra semicircular.
    
    En seguida Ainhoa se fijó en la pareja que teníamos al lado en la barra. Era una pareja de color. El, alto y fuerte. Ella, un poco más baja y esbelta. Los dos formaban un hermoso tándem.
    
    Ainhoa, en voz baja y acerándose a mi oreja:
    
    -Mira Fernando, que pedazo de negro.
    
    -Sí, no está mal, pero a mí ella me gusta más.
    
    Ainhoa que no se cortaba un pelo, se aproximó a ellos:
    
    -Hola, ¿cómo estáis?, somos Ainhoa y Fernando.
    
    Empezamos a entablar conversación. Eran simpáticos y ...
    ... muy sencillos. He de reconocer que sí, que él era un hombre imponente, de esos que encantan a las mujeres. Alto, musculoso, ojos negros y penetrantes y gran sonrisa que mostraba unos dientes blanquísimos. Ella tampoco se quedaba atrás, era guapa, con ojos negros, pelo afro-rizado y corto, labios carnosos, pechos abundantes, caderas marcadas y largas piernas bajo su vestido floral vaporoso.
    
    Nos pusimos al día, y en un momento nos contaron su vida.
    
    Los dos eran cubanos y llevaban un tiempo viviendo en la ciudad. Debían de tener unos cuarenta y pocos años. No estaban casados pero eran pareja desde que se conocieron en España. Él se llamaba Roberto y había sido boxeador en Cuba, llegando a ganar campeonatos de su país, tiempo atrás. Ahora trabajaba en un restaurante como camarero. Había tenido que cerrar el propio por el año de la pandemia. Ella, Ana María, había sido bailarina en su país y desde que vino a España, trabajaba de profesora de danza moderna en una academia.
    
    Teníamos muy buen feeling. Parecía que Ainhoa y Roberto, habían conectado, porque no dejaban de lanzarse miradas cómplices. O más bien era Ainhoa quién las enviaba y Roberto las recogía y devolvía, a la vez que le daba un repaso a su cuerpo bajo su provocador vestido rojo.
    
    Con Ana María, tuve, también, buena sintonía, pero tampoco le ponía mucho empeño, a mí la que de verdad me interesaba era Ainhoa y al ver cómo miraba a Roberto, algo dentro de mí se encendía. No tenía muy claro si en algún momento ...
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