1. Arte, seducción y lujuria


    Fecha: 13/12/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... quiero a mi esposo y también sé que no es compatible esa opción con lo que deseo, de modo que mi confusión es manifiesta y el dilema navega entre lo que es éticamente correcto y lo que se supone que es un capricho imprudente. La sensatez combate por enésima vez contra el deseo, pero en esa contienda, el sentido común siempre parece perder la batalla. Ahora tengo el teléfono en una mano y la tarjeta en la otra. Me armo de valor y marco el número. En esta decisión comprendo que corro el riesgo de echar mi vida por la borda, pero ya es tarde para arrepentirse. Escucho un “hola” al otro lado.
    
    —Hola. Soy Vicky, —contesto.
    
    —Vicky, Vicky, Vicky… —repite él, supongo que intentando descifrar quien será la tal Vicky.
    
    —Nos conocimos en tu exposición. Me ofreciste tu tarjeta, ¿recuerdas? —le digo pensando que probablemente soy otra más de las muchas que suelen pasan por su lecho.
    
    —Sí. Cierto. Te recuerdo… Tú dirás Vicky.
    
    “¿En serio?”. Este es el momento en el que me quedo más cortada que un pollo sin cabeza. No sé qué pensar. No sé qué decir. Empiezo a creer que esto ha sido un error, quizás también un malentendido por mi parte y en mi afán de que todo transcurriera según se esbozaba en mi cabeza, no he sabido interpretar las señales que, aunque para mí eran evidentes, no eran las que él quería mandar.
    
    No sé qué hacer. No sé qué decir. Debería colgar. No quiero parecer una idiota, y mucho menos una buscona. ¿Lo soy? Empiezo a planteármelo.
    
    —Me preguntaba si te ...
    ... apetecería tomar un café, —acierto a decir.
    
    —¿Un café? —pregunta sorprendido. La verdad es que no me lo está poniendo fácil y nunca me he sentido tan humillada como ahora. En realidad, no estoy segura de si quiere hacerme sentir así. Parece que sí.
    
    —Pensaba que estábamos en la misma onda, disculpa, —le digo finalmente con la intención de colgar.
    
    —¿No te apetece más que cenemos esta noche? —añade, de modo que vuelve a desconcertarme.
    
    —Por la noche no puedo. Tengo compromisos familiares.
    
    —¿Estás casada? —pregunta, y yo quiero que la tierra se me trague. Daba por hecho que lo sabía, pero ahora que lo pienso, no tenía por qué, y por tanto, evidencio una vez más mi condición de buscona. Vacilo un instante antes de responder sabiendo que el plan se ha malogrado.
    
    —Sí. Pensaba que lo sabías.
    
    —¿Cómo iba a saberlo? No me lo dijiste, aunque eso le añade más morbo al propósito.
    
    —¿Qué propósito? —pregunto haciéndome la ingenua.
    
    —Voy a preparar la cafetera. Te mando mi ubicación. Décimo piso, puerta veintiocho. No tardes, —me dice con determinación. Después cuelga sin esperar mi respuesta dando por hecho que acudiré sin vacilar como una madura encelada, en cambio, después de esa flagrante confianza en sí mismo y ese arranque de prepotencia quiero bajarle los humos, por el contrario, me acicalo, uso una de mis mejores fragancias y salgo de casa. Después subo al coche, abro el GPS e inserto la ubicación.
    
    En quince minutos estoy aparcando en la dirección indicada. ...
«12...456...11»