Libertad condicional
Fecha: 23/12/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... cadencia de los embates fue disminuyendo gradualmente hasta que finalmente le dio un último estacazo como si quisiera entregarle hasta la última gota de su simiente.
Ambos amantes permanecieron inertes, uno encima del otro durante un minuto mientras recuperaban el resuello. El miembro empezó a perder su rigidez y escapó del orificio con un sonoro “Plof”, igual que una serpiente abandona su madriguera ahíta de sustento. Merche intentó articular un amago de sonrisa de satisfacción mientras miraba a aquel joven indolente que tanto placer le proporcionaba. Al mismo tiempo, la leche escapó de su gruta, desparramándose en la sábana, y cuando recuperó el resuello pudo articular su primera frase.
—¡Qué gusto, cabronazo!
—¿Quién te quiere más que yo, “fierecilla”?, —le declaró dándole a continuación un beso que ella rechazó con la excusa de lavarse, mientras tanto, Hassan la observó al alejarse deleitándose de la visión de semejante fémina. Con movimientos gráciles se dirigió al baño y Hassan examinó la figura de la mujer madura a la que se había follado decenas de veces y reafirmó que no se cansaba de hacerlo. Merche despertaba sus más bajos instintos. Admiró como movía el culo con etéreos meneos, nada forzados, se extasió con las líneas que dibujaban sus contornos. Pese a su madurez seguía conservando una estrecha cintura de avispa que muchas veinteañeras hubiesen deseado. Cuando Merche terminó sus lavativas se mostró de nuevo conforme Dios la trajo al mundo ante sus ojos ...
... y disfrutó desde una perspectiva frontal de su silueta. Su cara de porcelana, adornada con una nariz respingona le confería un aire de niña pija, sin embargo, unas incipientes patas de gallo ponían de manifiesto su madurez. Sus largas piernas avanzaron hacia él con paso firme provocando que unos magníficos pechos, adornados con dos pequeñas aureolas rosadas, se moviesen acompasando sus andares. Toda una composición sensual que le hacía perder el norte, y ante todo aquel despliegue de sensualidad por parte de Merche, contrastaba la ordinariez de su amante. Al regresar, Hassan yacía en la cama frotándose una polla que ya estaba casi en completa erección con enérgicos meneos mientras contemplaba obnubilado su esbeltez.
—¡Qué buena estás, Merche! ¡Mira como me tienes! —dijo mostrando su potencial.
Merche se relamió los labios viendo su hombría y gateó en la cama con sensuales movimientos hasta su posición para apoderarse del falo que la encumbraba a las más altas cotas de placer. Lo cogió con la mano y dio dos escupitajos en el glande, a continuación fue bajando y subiendo la mano aplicándole reiteradas sacudidas, mientras con la otra mano le masajeaba las pelotas, después cogió el tronco y lengüeteó los huevos a la vez que le masturbaba.
La cara de Hassan se descompuso de placer cuando la letrada atrapó la polla con la boca intentando acaparar más de lo que daba de sí. Salivaba en cada intento de alojar en sus fauces unos milímetros más. Hassan la ayudó presionando su ...