Libertad condicional
Fecha: 23/12/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... cabeza, pero existía un límite imposible de rebasar y una arcada la avisó de que había superado esa frontera, de modo que se dedicó a trabajarle la porción en la que Merche se encontraba cómoda. El resto del cimbrel lo utilizó de asidero mientras se la mamaba basculando la cabeza, en tanto que las miradas de ambos se cruzaron.
Hassan se deleitaba viendo como la abogada engullía su verga una y otra vez, sólo de vez en cuando tomaba un respiro para lengüetear el glande y abrazarlo con la boca aplicándole sonoros besos.
—Menuda mamona estás hecha.
Merche lo miró con la misma lascivia de hacía un año cuando deseaba que la poseyera. Soltó la polla y se incorporó sin darle tiempo a reaccionar para sentarse encima de su cara.
—¡Cómeme el coño! —le ordenó sin tapujos.
Su amante pasó sus manos por debajo de las piernas y agarró sus nalgas abriéndolas para simultáneamente repasarle su raja con la lengua, desde el ano hasta el pequeño nódulo. Merche empezó a jadear con el cunnilingus. La lengua de Hassan se deslizaba por cada pliegue, en tanto que iba saboreando los caldos que se precipitaban directamente en su boca.
Las caderas de Merche se balanceaban ininterrumpidamente buscando una lengua que parecía esquiva. Encontró la nariz y se folló un instante con ella hasta que la lengua recuperó el camino extraviado. Un dedo impregnado de sus flujos se adentró en el ojete y Merche exhaló un gemido más intenso revelando un segundo orgasmo que recibió con sucesivos ...
... suspiros más intensos. Finalmente se quedó quieta, sentada sobre la cara de su amante mientras éste se deleitaba sorbiendo sus mieles.
Unos golpecitos en sus nalgas le advirtieron de que Hassan tenía dificultades para respirar. Levantó la pierna y descabalgó de su montura viendo su cara brillante, fruto de sus caldos y no pudo contener una pequeña carcajada.
—¡Bésame! —le pidió Hassan.
—Sabes que no me gusta hacerlo, —le respondió.
—Sólo por esta vez, —insistió, y Merche le dio un beso en el que apenas llegaron a rozarse ambas lenguas, puesto que rápidamente se zafó de él. Para ella los besos apasionados entrañaban algo más, y con Hassan todo se reducía a sexo puro y duro. Sexo salvaje sin prejuicios ni convencionalismos, pero también sin besos, esa era su norma y no le apetecía quebrantarla.
—Eso no es un beso, es una mierda de beso—se quejó él.
—Es lo que hay, —replicó ella.
—Pues entonces te la meteré por el culo, —le rebatió mientras balanceaba la verga en completa erección. —¿No pretenderás dejarme así? —le preguntó señalando su polla en toda su magnitud.
—No, —respondió abriendo la boca y rozando el labio superior con su lengua de forma sensual. Cogió la polla, se sentó encima y se la encaró para dejarse caer poco a poco.
—Quiero oírte gritar mientras me pides que te reviente.
Merche volvió a sentir todo su potencial dentro y reemprendió la cabalgada. Hassan agarró sus tetas y besó sus pezones con verdadera pasión. Presionaba, besaba, mordía y ...