De nuevo en el Calzadón de Copacabana
Fecha: 02/01/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: Patita Putita, Fuente: CuentoRelatos
... la plática. Algo después, comenzó a aproximarse, a tocarme como casualmente la mano, el brazo, a decirme lo bonita que era, a preguntar si esperaba a alguien. Como me había gustado, le seguí la corriente.
Viendo que había posibilidades, se aproximó más, ya no soltaba la mano, me rozó la pierna con la suya, a seguir, viendo que no había resisrtenciqa, ni molestia, puso su mano en mi muslo.
A todo esto, yo tranquila y sonriente, haciendo de cuenta que no me daba cuenta de sus intenciones. Finalmente me dijo:
Me gustas mucho, quisiera conocerte mejor. ¿Como conocerme mejor? Si… más de cerca… ¿No estás suficientemente cerca? Casi estas encima de mí… Jajaja.
Jajaja... Cierto, pero sería mejor en un lugar más… privado...
¿Privado? ¿como dónde? Haciéndome la pendeja.
Estoy hospedado ahí, en ese hotel. Te invito a conocer mi habitación.
Huuummm. Ya las conozco, yo también estoy ahí.
¡Oohhh! Creo que en ese momento se dio cuenta que no era una callejera, al menos no una cualquiera. Sabía la diferencia.
¿Igual me estas invitando? (¿Insinuándome? Creo que sí)
Es que eres muy bonita y atractiva y no me resistí, sí, te invito a ir.
Huuummm. No se. Puede ser… pero hay un detalle, mi marido debe regresar más o menos pronto. A él no le va a importar si te encuentra conmigo en el cuarto ¿A tí?
Lo pensó y lo pensó. Finalmente respondió: ¿Qué le parecería si llega cuando estemos en plena acción?
Nada, tenemos ese trato, y sabemos lo que puede pasar. Esa ...
... no se la esperaba…
Bueno ¿segura que no se va a enojar? estoy de acuerdo si me garantizas que no se va a enojar.
Te lo garantizo. Con eso, gentilmente pagó la cuenta y entramos al hotel.
Vamos a mi cuarto, le dije, es lo que combiné con mi marido y se va a preocupar si no estoy. No respondió nada y subimos.
Entrando, de inmediato comenzaron las caricias y besos, más bien el cachondeo y manoseo. En poco tiempo estábamos encuerados, o casi, listos para coger. Tenía un buen chile, no muy largo, algo grueso, como me gustan.
Me senté en la cama, sintiendo que la estaba empapando con todos los líquidos que ya tenía. Se me puso enfrente y me tragué golosamente su palote, me hacía cosquillas al fondo de la garganta. Me jalaba el pelo y comenzó a decirme:
¡Eres una zorra muy sabrosa! ¡qué bien mamas mamacita! ¡Siiii… sigue así, cabrona! ¡Siii! Cuando comencé a sentir que se aproximaba la venida, lo agarraba de las nalgas y empujaba la cabeza para metérmela más. Noté claramente que se venía, al sentir los espasmos del palo, lo apreté más para que la pija se fuera más hasta el fondo y recibir su leche bien adentro.
Puf, puf, puf… se vino abundantemente, me soltó un montón de mecos y nos quedamos quietos. Él respirando profundo y yo inmóvil igual, pero ensartada con el pito hasta adentro, sentía bien claro los últimos estertores, me quedé quieta hasta que pararon.
Después de algunos minutos, nos separamos, más bien solté el garrote, que comenzó a aflojarse. Sin ...