Tras el primer concierto (II)
Fecha: 06/01/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
... del alivio, el segundo azote arrancó otro grito de su garganta, que se estrelló contra la almohada donde quedó amortiguado. El tercero le siguió casi de inmediato. Sus piernas temblaban incontrolablemente y respiraba en jadeos húmedos, tan acelerados ahora que se acercaban casi a la hiperventilación. La zona donde le habían flagelado con el cinturón parecía arder y quemar como si le hubiesen aplicado una llama en esas franjas de piel. Cuando el siguiente azote le golpeó, cruzando en diagonal las tres marcas previas, apenas pudo reunir autocontrol suficiente para no pedirles parar.
Agarrándose a las sábanas con los puños cerró los ojos con tozudez, negándose a ceder. La situación le excitaba demasiado como para querer que se detuvieran. Cada azote iba seguido de un dolor que se intensificaba al golpear sobre zonas que ya habían recibido antes una mordida del cinto de cuero, seguido de una intensa descarga de adrenalina que le preparaba para el siguiente azote, más intenso si cabía. Gritaba, pero también gemía, se retorcía y se movía en el sitio incapaz de quedarse quieto. Héctor mantenía su cabeza presionada contra la almohada, acariciando su larga y enredada melena mientras.
Uno tras otro, se iban acercando al final. El último azote fue el más duro, marcando una línea roja que pronto se tornó purpúrea, justo en el centro de ambas nalgas, en la zona más golpeada. Con un último grito se dejó caer en la cama, gimiendo y tomando aire en grandes bocanadas. Le ardían los ...
... glúteos y sabía que mañana le costaría sentarse, pero a la vez se sentía vivo, pleno. Víctor dejó el cinto sobre la mesilla y se tiró a su lado, recostándose en una de las almohadas con los brazos detrás de la cabeza. Héctor se acomodó al otro lado, dejando al chico entre ambos hombres que los miró alternativamente, con los brazos bajo la cabeza para poder dormir bocabajo.
–¿Te encuentras bien? –preguntó Héctor estirando uno de sus largos brazos hacia el chico.
Con cierta reticencia se apoyó en él, encontrando una postura de medio lado mucho más cómoda que la que pensaba adoptar para dormir. La sonrisa del gigante era amable, tranquilizadora incluso, y en los ojos castaños de Víctor apreciaba un destello cálido que no estaba ahí al iniciarse la noche.
–Estoy bien. Ha sido intenso, pero me ha encantado.
–Nos alegramos, pero mejor que te duermas ya, mañana tenemos que dejar el cuarto pronto –sentenció el músico encendiendo la televisión–. Ha sido una noche excelente, Héctor. Cuando queráis yo vuelvo a repetir, necesita más experiencia.
–Sin duda.
Los dos hombres se quedaron hablando, cruzando susurros por encima de la cabeza del joven. Los tranquilos murmullos se sumaron al ruido de fondo del televisor, aislándole y arropándole. En su cuerpo comenzaba a notar un coro de sordos dolores, demasiado suaves como para resultar poco más que una molestia difusa semejante a las agujetas por deporte. Sonriendo se acomodó más bajo las mantas, estaba deseando adquirir más ...