La farmacéutica
Fecha: 06/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Carmen Van Der Does, Fuente: CuentoRelatos
... muy solícito se agachó a recogerla, e Isabel de forma instintiva hizo lo mismo. Los ojos de Ariel se fueron directamente al escote de Isabel y pudo deleitarse con un hermoso canalillo y un sujetador de encaje negro. Isabel aspiró profundamente el aroma de Ariel, “Le Male”, de Jean Paul Gaultier” pensó, “buena elección”.
Las visitas de Ariel se prolongaron durante todo el mes, siempre por las tardes y a la misma hora. Isabel no sabía la razón, pero esos días antes de llegar Ariel a la farmacia, se arreglaba el pelo, se desabrochaba un botón de la camisa, o dejaba la bata abierta para poder lucirse por entero. Un día Ariel se decidió y la invitó a comer. Como excusa puso la disculpa de un viaje a Alemania y para no faltar a su cita semanal con ella, en una comida podrían hablar de negocios sin que ninguno de los dos faltara luego a su trabajo. Durante la comida hablaron lo justo de trabajo, y dedicaron más tiempo a hablar de banalidades. Salir de la rutina diaria relajó mucho a Isabel, tanto que bebió y rio como hacía tiempo que no hacía. Y cuanto más tiempo pasaba, más se sentía Ariel atraído por aquella mujer. Ariel se ofreció a llevar a su invitada de nuevo a la farmacia, abrió la puerta derecha de su flamante Alfa Romeo Stelvio cortesía de la empresa, y condujo hasta su destino. Sin meditar antes las consecuencias, se despidió de ella con un beso en la boca. Sus gruesos labios abrazaron la boca de Isabel, y la punta de su lengua entró en la boca de la farmacéutica. ...
... Isabel tampoco reflexionó mucho, y siguió el juego. El beso duró unos segundos, pero fue lo justo para despertar un ansia, un arrebato. Repitieron el beso una y otra vez, la lengua de Ariel entraba cada vez más en la boca de Isabel, y ella permitía que llegara cada vez más adentro. Cerró los ojos sin pensar en las repercusiones, mientras la mano de Ariel subió por su muslo. El corazón de ella iba desbocado, sentía una mezcla de miedo y deseo, al contrario que Ariel, que cada segundo que pasaba se sentía más seguro.
Eran las dos y media de la tarde, y aquel día la farmacia no abriría hasta las cinco. Isabel invitó a Ariel a pasar por una puerta lateral del local. En la parte de atrás había un cuarto con un baño y una cama, que usaban cuando la farmacia estaba de guardia o abría las 24 horas para descanso del personal. Entraron de forma atolondrada, tropezando con todo pero sin despegarse el uno del otro. Isabel se agarraba al cuello de su amante, y él no dejaba de apretar el culo de ella por encima del vestido. Isabel se había puesto ese día un vestido camisero de color verde, que le llegaba a medio muslo, una fila de botones desde el cuello hasta abajo, y un cinturón que le estilizaba mucho la figura. Sin dejar de besarse y enredar sus lenguas, se desnudaron mutuamente y tiraron la ropa sin mirar donde caía, hasta que ella quedó únicamente con sus bragas negras, y Ariel con su bóxer azul. Ariel recorrió el cuerpo de ella hasta quedar de rodillas. Empezó por el cuello, los ...